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131 9. FRAY DOMINGO DE BETANZOS, IMPULSOR DE LA IMPRENTA EN NUEVA ESPAÑA Y DE LA TRADUCCIÓN DE LA SANTA ESCALA, DE SAN JUAN CLÍMACO, POR FRAY JUAN DE LA MAGDALENA Una prueba más si cabe que evidencia el interés de estos religiosos no sólo por aprender su lengua sino también por plasmarla en doctrinas, catecismos, vocabu- larios, etc. es la puesta en marcha de la «estampa», cuya introducción en la Nueva España se debe al obispo Fr. Juan de Zumárraga quien mandó imprimir en 1539 una Doctrina, primer impreso conocido, salido de las prensas de Juan Cromberger. 9.5. La imprenta en México La implantación de la fe cristiana en América y concretamente en la Nueva España se vio beneficiada por la aparición del libro y de la imprenta, de ahí que las obras editadas por las primeras prensas e imprentas aparecidas respondieran principalmente a las necesidades de la Iglesia y de la Corona. Su aparición fue de gran ayuda, en especial para los religiosos, a quienes desde mediados del siglo XVI favorecería la difusión de sus doctrinas, catecismos, libros de oraciones, sermo- narios, etc., publicados en lenguas indígenas, algunos de ellas bilingües, e incluso libros de apoyo en su labor docente y evangelizadora. Podemos decir que estas obras publicadas no sólo contribuyeron al conoci- miento de las lenguas vernáculas americanas sino que permitieron y facilitaron el intercambio entre culturas. Sin embargo, esta labor no habría sido posible sin la colaboración de la Corona, pues Carlos V temía que las lecturas profanas que pudieran caer en manos de los indios los alejaran de la fe cristiana y para ello se crean la Cédulas Reales, que controlaban y avalaban la publicación de los textos. «Por ello, catecismos, doctrinas, cartillas, diccionarios y gramáticas de las lenguas indígenas, absorben casi totalmente la producción de libros impresos en América durante los siglos XVI y XVII» 17 . Nos advierte José Toribio Medina 18 , en los preliminares en su obra, de los gra- ves problemas que plantea el estudio de los orígenes de la imprenta en la capital del virreinato de México debido a la falta de documentación, llegando incluso a provocar disquisiciones e hipótesis entre historiadores, cronistas y bibliógrafos. Entiende que los orígenes de la imprenta en México deberían situarse en la his- toria de la Santa Doctrina de fray Juan Ramírez y alude que «si no se imprimió en México cuando ello se trató» pudiera ser debido a que no existiera por entonces taller tipográfico alguno en México. Es evidente que la llegada de la imprenta a la ciudad de México permitió la divulgación del pensamiento europeo. Y aunque en un principio fue utilizada para fines religiosos, burocráticos, gracias a la iniciativa, gestión y trámites tanto por parte de fray Juan de Zumárraga como del virrey Antonio de Mendoza, hoy nos permite conocer no sólo las costumbres y leyes del Nuevo Mundo, sino también estudiar y analizar una rica y variada lexicografía fruto de la enorme variedad de lenguas y dialectos hablados en aquella época. Como diría Darnton 19 refiriéndose al valor del libro como herramienta, como instrumento: «su finalidad es ayudar a comprender cómo las ideas han sido comunicadas por medio de la imprenta y 17 José Luis Martínez (1987): El libro en Hispanoamérica: origen y desarrollo . 3ª ed. Madrid. Fundación Germán Sánchez Rui- pérez. Pirámide, p. 30. 18 José ToribioMedina (1912): La Imprenta en México (1539-1821) . Tomo I. Impreso en casa del autor. Santiago de Chile, pp. XV y ss. 19 Robert Darnton (1999). «¿Qué es la historia del libro?». En Historias, nº 44 (sept-dic.), México, D.F., pp. 3-24.

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