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12 MIGUEL ÁNGEL VEGA CERNUDA Resumé Après avoir proposé la valence et la validité culturelles de l’écriture missionnaire, on présente les débuts de l’Ordre capucin comme contexte des premiers écrits de missionnaires de la même, en particulier celles qui ont était produites dans la France équinoxiale au début du XVIIe siècle: les exposés des capucins françaises Claude d´Abbeville et Yves d’Évreux. Mots clés Écrits de mission, Claude d´Abbeville, Yves d´Evreux, la France équinoxial, traduction symétrique, traductions sans originaux textualizés . Porque tu doctrina facilitó y dulcificó la conquista,/ y más sabia que Sócrates en la misión americana/ impuso música y canto, aparte de ciencia,/ esperanza y caridad./ (Himno a San Francisco, José Vasconcelos). 1.1. Presupuestos teóricos: humanismo, lenguaje, traducción y misión 1.1.1. La alteridad como reactivo del humanismo europeo en América El doce de octubre de 1492, la «humanidad global», aquella que en el llamado Viejo Mundo, la Eurasia, se encontraba en contacto y conocimiento mutuos, empezó a tener conciencia integral del carácter planetario del mundo o, dicho de otra manera, del carácter fragmentario de la imagen del mundo que hasta enton- ces había tenido. El grito de Rodrigo de Triana al avistar tierra fue, sin quererlo, el grito del avistamiento del «otro». «El otro», es decir, la alteridad radicalmente distinta que representaba el Nuevo Mundo se enfrentaba a lo que hasta entonces había sido un supuesto universo total, al que abría nuevos horizontes en la percep- ción de lo humano. Pero la alteridad que al Viejo Mundo aportaba el Nuevo era hasta ese momento mayormente babélica, ágrafa, áfona y, en parte y sobre todo en destino, anicónica, es decir, sin imagen pasiva. Por eso, la primera tarea de la humanidad descubridora fue dar signos, voz e imagen a la humanidad descubierta. En este sentido, los cronistas de Indias, los «cosmógrafos» renacentistas y, sobre todo, los misioneros fueron los primeros que pusieron manos a la tarea de dar ima- gen, textual sobre todo, al NuevoMundo ante el Viejo, lo que sin duda fue un acto de traductio, de versio. Desde Colón, auténtico gestor de esta hazaña del conoci- miento, hasta los grandes evangelizadores americanos (Bernardino de Sahagún, Alonso de Molina, Motolinía, José de Anchieta o José de Acosta), pasando por los historiadores, cartógrafos y exploradores testimoniales (los atrevidos PedroMártir

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