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Revista Jurídica Digital UANDES 2/1 (2018), 42-58 DOI: 10.24822/rjduandes.0201.4 48 Suárez no abordaba el conflictivo tema del tiranicidio, que tan delicado resultaba para el rey cristianísimo. Por su parte, Jacobo I enviará una selección de textos buscando lo contrario. En este momento, la obra será denunciada al Parlamento, por lo que teólogos y galicanos de la Sorbona, parlamentarios regalistas y políticos ambiciosos se conjurarán contra la Defensio fidei . Con estos antecedentes, a principios de 1614, el fiscal y abogado general del Reino acusaba ante el Parlamento a Suárez de atentar contra la independencia de la Corona de Francia. Al tiempo que se condenaban las doctrinas del regicidio, se limitaba la autoridad del pontífice 18 . Después de presentar la relación histórica de los hechos de manera abreviada, analizando algunas de sus consecuencias políticas y religiosas, entremos ahora a estudiar lo singular y sutil de dicho pensamiento. Teniendo presente que, precisamente por esas características se explica que pudiera generar un fuerte escándalo, no solo entre aquellos que se alineaban en torno a Jacobo I, sino incluso a los que lo hacían en torno a Paulo V y sus intereses. No olvidemos que, en el fondo, se trataba de un absolutismo monárquico frente a un absolutismo papal. 4.1. La desobediencia civil La cuestión que interesa analizar es si el juramento atentaba contra la conciencia particular del individuo La sentencia fue pronunciada el 26 de junio, declarando que el libro de Suárez contenía proposiciones escandalosas y subversivas. Se ordenaba que fuera quemado en el patio del Parlamento por el verdugo, como si de un auto de fe se tratara. Se prohibía su impresión, venta y lectura. La sentencia fue ejecutada al día siguiente en presencia de una gran muchedumbre. Y, como sucede en estos casos, tuvo el efecto contrario al que se pretendía, induciendo a una mayor difusión de la obra. o de la colectividad católica; si entraban en conflicto obediencia y desobediencia civil de manera manifiesta 19 . Desde el marco social y político las autoridades civiles insistían en que se trataba de asegurar la obediencia de los súbditos negando al papa la autoridad para intervenir en los asuntos políticos de Inglaterra; pero, por su parte, el clero anglicano encontraba un recurso para poner freno a los papistas 20 . La situación era tan tensa que el propio Jacobo I condenará a los puritanos que atacaban indiscriminadamente a los católicos. Trono y altar caminaban de la mano en la interpretación inglesa y, si en algún momento la medida del juramento había tenido alguna lógica formal, automáticamente la perdía en razón del fanatismo de la Iglesia nacional de Inglaterra. 18 El fiscal del reino había llegado a las siguientes conclusiones: que fueran declaradas escandalosas y pernicio-sas las doctrinas del libro, por ser contrarias a los sagrados concilios, a los antiguos decretos y a las senten-cias del tribunal; que la obra fuera condenada al fuego, prohibiéndose su publicación, venta y lectura, retirán-dose los fondos de las librerías o imprentas; que el tribunal suplicara a los soberanos que escribieran al papa, para que empleara su autoridad en suprimir tales libros; que fueran citados seis de los principales jesuitas que habitaban en París, para que se presentasen ante el tribunal y oyeran la sentencia, y que se procediera contra los que escribieran, enseñaran y disputaran sobre las teorías defendidas en el libro como criminales de lesa majestad y perturbadores del orden público. 19 Así se deducía del mismo juramento: “Item creo y en mi conciencia tengo por cosa muy cierta y resuelta que el Papa, i otra persona qualquiera, tenga potestad para me relaxar y absolver deste juramento o alguna parte del. El qual juramento yo confiesso avérseme dado legítimamente y según derecho, con buena y entera autori-dad; y del todo renuncio a todas la indulgencias, relaxaciones y dispensaciones que puede aver en contrario. Todas esas cosas llana y sencillamente reconozco y juro, assí como las palabras suenan y se pronuncian y según el llano y común sentido dellas, sin ninguna equivocación o mental evasión o otra secreta reservación de qualquier género que sea; y esta protestación y reconocimiento hago de todo mi coraçón, verdadera y es-pontáneamente, debaxo de la fe de verdadero Christiano” (Suárez, 1979, De iuramento fidelitatis III. I ., p. 518). 20 El juramento había sido una propuesta del arzobispo de Canterbury, encarnizado beligerante anglicano, al ministro Salisbury, por lo que era evidente que había otros intereses ocultos que ocupaban un papel importan-te (Suárez, 1979, De iuramento fidelitatis IV , 15, pp. 87-88). En el mismo juramento se marcaban una serie amplísima de limitaciones para aquellos católicos que recusaran pronunciar el juramento. Por otra parte, esta praxis se completaba por medio de un edicto real promulgado el 10 de junio de 1606, que desterrase de sus estados a todos los religiosos y sacerdotes católicos ingleses. 4. Un pensamiento libre “Defensio fidei” de Francisco Suárez y su conflicto con Jacobo I

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