BCCCAP00000000000000000000270

Revista Jurídica Digital UANDES 2/1 (2018), 42-58 DOI: 10.24822/rjduandes.0201.4 47 17 Su garantía, con bastante probabilidad, respondía a la libertad de pensamiento con la que se moverán los jesuitas en este momento. Con todo, la teoría estaba vinculada con la tradición castellana donde la soberanía residía en el pueblo y los reyes eran administradores de la misma, por encomienda o contrato con el pueblo. Jacobo I intentará enviar la obra a todos los príncipes cristianos, para ponerlos de su lado y hacer un frente común contra el papa. Por su parte, Paulo V se moverá también diplomáticamente en el sentido contrario. Así, en carta a Rodolfo II, Paulo V, el 14 de agosto de 1609, le indicaba que se negase a aceptarla, prohibiendo su publicación y lectura dentro de sus Estados, si quería conservar la paz y la concordia de sus súbditos. En esta ocasión, el papa quería que el derecho de presentación —contra el que estaba luchando denodadamente desde hacía décadas— se pusiera ahora a su servicio. Cuatro días más tarde, se dirigía al rey católico, pidiéndole que hiciera fracasar el proyecto de Jacobo I. Así siguió en relación a otros territorios, donde la Apología fue recibida con frialdad y hasta con profundo escándalo. Había, por lo mismo, una compensación de fuerzas que respondía a los intereses que cada uno quería defender. Con estos antecedentes, Suárez se encontró en el medio de la polémica suscitada por Jacobo I y Belarmino. Él se convertirá en uno de los revulsivos más fuertes del absolutismo político. No se trataba, por su parte, de una preocupación personal, sino que será invitado oficialmente por el papa el 5 de enero de 1610 para intervenir en la controversia, y aunque intentará zafarse de la problemática, no tendrá más remedio que aceptar, por lo que pedirá garantías pontificias en aquello que abordaría 17 . La obra estará terminada en 1612. Así, el 5 de enero, el Secretario de Estado de los Estados Pontificios comunica haber recibido la primera parte del manuscrito. Posteriormente, entre el 24 de noviembre y el 24 de junio de 1613, tienen lugar las autorizaciones civiles y canónicas. Un día más tarde, Suárez dedica a Paulo V el volumen terminado. En Francia, aunque el nuncio Ubaldini intentó que fuera rechazada, Enrique IV acepta el homenaje y la misma obra, que entregará a sus teólogos para que fuera refutada de manera cortés y moderada, siendo el único apoyo a Jacobo I, aunque siempre en medio de una fuerte ambigüedad. No cabe duda de que, con el magnicidio del soberano francés el proceso de politización se acelerará, y los hechos discurrirán de una manera concreta. De esta forma, fueron creados dos grupos ideológicos enfrentados. Por una parte se encontraba el católico , ordenado en torno a la Universidad de Salamanca, con fuertes repercusiones también en Coímbra y Lovaina. Y, en clara oposición al mismo, el protestante que tenía su centro en Leyden, aunque el papel preponderante lo ocuparán las universidades de Oxford y París. En razón de la celeridad por ver culminada la obra, de la singularidad del encargo y del prestigio del propio autor, ni en Roma ni en Madrid, fue revisada la obra de manera completa por los censores oficiales. La tesis del tiranicidio, defendida por Suárez, provocó escándalo en todos los reinos europeos, generando una fuerte contradicción y expectación. Jacobo la calificará de pestifer liber contra me ex professo scriptus . Suárez no podía eludir el tema central de la polémica que seguía siendo la obediencia o desobediencia civil. Su tesis, sobre el derecho de rebeldía, provocará ondas protestas, particularmente en Francia e Inglaterra. Unos meses más tarde, en Colonia, tiene lugar una segunda edición. En Francia existía una fuerte expectación, por lo que desde Roma se asegura que 3. Escándalo y condena de la obra política de Suárez en París Miguel Anxo Pena González

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz