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~IciOn: "Para ser discípulo de Jesucristo hay que se,r¡ui?'le •·.on la cruz de la abne,qación., Y se presenta naturalmente nna divisiún de tres partes: l." Almegaciím de sí mismo: Abneget; 2." Llevar la cruz: Tollat; y :l." ~eguir las pisa– das de Jesucristo: 8er¡·uutu1·. 188. Diremos por conclusiún, que la OJltciún perfecta– mente dividida se compara al cuerpo humano por <}uint.ilia– no y el P. Granada, cuando no carece de ninguno de sus miembros. "El orador, dice un moderno escritor, ha de ba– jar desde la unidad á la división, y con los extremos en que ha dividido la materia ha de recomponer la unidad, que es el componenda y di¡;idendo de Santo Tomás., Esto cons– tituye al mismo tiempo que la fuerza, el orden admirable del discurso. LECCIÓN XIV. Na:rra:ción. 189. I,a narraciún, además de la importaneia que tiene, resulta muy agradable y hace muy ameno el discurso, pues entrando en el campo rle los hechos con pintorescas descrip– ciones, nos pone á la vista los genios, las costumbres, los vicios, las virtudes, la historia de los individuos y pueblos, dando de aquí principio ó base para todo el aparato oratorio que se ha de desplegar en el discurso; todo lo cual constitu– ye la narración ltistdrica; otras veces la narración aclara una doctrina, determina sn sentido, distingue los límites, elimina lo extraüo ó incierto, define y expone lo cierto, para que apoyado el orador sobre este firmísimo fundamento, y los fieles bien instruidos sobre la naturaleza de la materia que se va á tratar, el discurso pueda proceder de un modo el más satisfactorio y provechoso ; y esta última es la Na– rración doctrinal; es propiamente la parte didáctica del sermón.
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