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EXO!IDIO. 87 152. Para que materia tan nec.esaria sea tratada del IIJoclo llebido, hay que considerar en el Exordio: 1. o Sus Ji,,t•s; 2.• Sns especies; 3." Sus pad1·s; +." Nus tl('jcctos; :•. '' Stts 'i'l'{flas. l. }L'iES DEI. F.XOR_DIO. 153. Cicerón los ha dejado trazados cuaJHlo ha dicho '1 ue el fin del Exordio es : Redrlcre au.ditm·cs l;cncwlo.' , "tte·Mos, docilcs. Observemos estas tres cosas : l. o Benevolencia. Consiste en aquel afecto del corazúil <¡ue dispone á los oyentes á interesarse en aquello <1ne ha– blamos: por lo que debe mostrarse humildad sin bajeza, modestia sin timidez. La arrogancia y la presunción siempre producen muy mal efecto. 154. 2." Atención. Se cautiva hL atención manifestando 1¡Ue son cosas tle grancle impnrtaneia y trascendencia para dios las cosas que vamo~ á exponer, y clelu:n presentarse bajo el punto de vista más interesante y que m[l~ les toque al vivo sobre sus intereses temporales y eternos. 155. a. o Docilidad. Se les hace comprender cuánto nos interesamos por su bienestar, cuánto sentimos sus penas, mas todo clebe ser con acento de convicción, pues son almas 'tneridas por cuya salvación clebemos interesarnos; pero <lSto debe ser evitando toda afectación y protestas exage– mclas, pues llegarían á sospechar que son meras fórmulas. .\memos ardientemente las almas redimidas por .Jesucristo, y las palabras sinceras brotarán expontáneamente de vues– tros labios. "Debe evitarse hablar de sí mismo en el Exor– <lio, dice el Sr. Brav.o y 'fnclela, porque hablar para alabarse, es vanidacl; hablar para excusar la cortedacl del talento, es un refinamiento tle amor propio, es casi un olvido de la dig– niclacl clel ministerio evangélico., Sin embargo, la santidad, Jlll grande ascendiente, una íntima confianza pueclen per– mitírselo, pero con mucha reserva. Los Santos Padres nos presentan ejemplos ele ello en sus sermones y homilías.

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