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86 LF.CCIÓN XI. LECCIÓN XI. Erordio. 150. .•Seis son las partes de una Oración llenísima y perfecta, dice el P . Granada: .ll'xm·dio, -VctriYtciu"n, P ro– posiciu"n, Conjinnaciun, Rr¡(utadu"n y Cunclusiu"n." El Exordio sirve de entrada al discurso. Cuantos autores de Sagrada Elocuencia han tratado detenidamente sobre las cualidades del Exordio, han manifestado que es una de las partes más delicadas del discurso, pues como el Exortlio viene á ser la puerta de entrada al edificio construido, se– gún el efecto que produce el Exordio dispone favorable~ mente ó indispone los ánimos para lo restante del sermón; pues debiendo el Exordio captarse la atención, benevolen– cia y clocilidad de los oyentes, ha de ser de tal naturaleza que sepa insinuarse no solamente él en el corazón humano, sino que predisponga también á ser bien recibido el cuerpo del sermón, como la aguja queal penetrar hace introducir en pos de si la hebra de hilo, pues Cicerón ya definía el Exordio: A·udito1'wn animas úlond comparans ud l'l:liquam. dic– tionmn. 151. Para el Exordio el orador ha de tener un gran tino y mucho conocimiento del corazón humano, para compren– der qué carácter de Exordio conviene en las actuales cir– cunstancias para que su sermón sea bien recibido y no fra– case por completo. Por fortuna nuestra tenemos grandes modelos en los Santos Patlres, singularmente en San Basilio, San Gregorio )lacianceno, San Ag Listín y San Ambrosio, y admirables, fi:ecnentes y de todo género los tiene ar¡uel gran orador popular San Crisóstomo. Y comprendiendo la nece– sidad de que el Exordio debe llenar las condiciones debidas, los oratlores modernos de primera nota nos han dejado mag– níficos Exordios.

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