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DISPOSICIÓN Ó PLAN DEL DISCURSO. 85 quiere desenvolver con precisión y exactitud, circunscri– hiúndose á los verdaderos límites y descartando las ideas vag<ts é indeterminadas, y entonces esta itlea culminante presidirá la 1midad de su trabajo y acción, I]Ue vendrá á formar un todo homogéneo, robusto, sencillo y cnyos pen– Kamientos van al fondo de la m<tteria, formando un potleroso lc>co de luz y calor para persuadir el entendimiento y rendir •·1 corazón humano, con el favor de la gracia divina. 148. 5.• El discurso debe aumentar siempre en inte– rils, calor y vida; cada idea debe ser fecunda en otras pa– recidas que den más fuerza y energía al discurso, y vaya ,·,~te progresando en animación y grandeza, á manera de río ··.audaloso que siempre va engrosando con nuevos arroyos. ¡.;¡ paso vacilante de un predicador I]Ue no ha preparado bien su discurso causa impresión desagradable. Recordando en una ocasión San Crisóstomo á sus oyentes cuál se había ido <'Xcitando la moción en el corazón de los mismos á medida •¡ue aumentaba en interés una homilía I]Ue les predicaba. les decía : "Al principio permanecíais casi insensibles; mas ...nando mi oración fué adelantaJHlo, y la argnmentación re– t:ibió todo su desarrollo, me oíais con gran placer ; vnestros ••nt.usiasmo llegó á su colmo y prorrumpisteis en aplausos ••strepitosos." 149. 6. • Es de alta importancia que el plan tenga una ,•,l'fcnsión proporcionada: si no la tiene suficiente, el ora– •lor no puede entonces explanar debidamente las ideas, ni la docnencia puede desplegar sus alas majestuosas; si la ex– t.ensión es desmesurada se resentirán sus fuerzas físicas al pronunciarlo, y se llegarán á aburrir y fastidiar los oyentes: ".Y bien sabido es, dice muy acertado el Sr. M:artínez, que Pi orador que no agrada, falta á una de las condiciones esen– ciales de la elocuencia. ~

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