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• 82 LECCIÓl'i IX. momento crítico de la preparación para predicar no se lean ni estudien estos modelos por buenos que sean, pues recon– centrándose en estos momentos la atención en la materia del discurso, le perjudicaría. Y continúa este autor: «La elo– cuencia es un movimiento continuo del alma: por consiguien– te lo que estreclla el círculo de las ideas le daña, y lo que embaraza la. marcha del espíritu, ó apaga el fuego de la ima– ginación, ó enfrena los arranques del corazón, la aniquila: tales son los efectos que puede protlncir la lectura de com– posiciones elocuentes, atrayendo y encadenando al jóven orador. " 'rengan, pues, los jóvenes amantes de la eloc.nencia sa– gra:h, bien presentes estas reglas. ¡Cuántos de ellos han malogrado su talento sepultándolo bajo el rigor llel molde de la imitación servil, cortándose á sí mismos las alas im– pidiendo su propio vuelo, ó por pereza en la composición, ó por no haber atennido á estas provechosas reglas ! "Todos los días, dice el Sr. Bmvo y 'l'udela, se oyen discursos ínte– gros ó grandes fragmentos ne sermones muy conocidos, y cuyo contenido disnena en los que de ellos se sirven y en el lugar en que se pronuncian; contra este abuso tan lamenta– ble se han escrito innumerables pastorales, y continuamen– te claman en este sentido los amantes del esplendor del púl– pito. "

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