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78 LECCIÓN VIII. oratorias, usadas por el mismo .Tesucristo y sus Apóstoles: Habeo multct dicere vobis, sed non potestis porta1•e modo, decía el Divino Maestro. ( Joan. XVI). Las Epístolas de San Pablo están llenas de excelentes precauciones oratorias; al echar en cara á los de Corinto su vanagloria, y disponién– dose para fulminar aquella terrible excomunión contra el incestuoso, en la cual va á reprender el descuido de los ma– yores que tal escándalo permitían, usa de estas admirables precauciones: Non 1tt confundam vos hmc scribo, sed ut filias meas charissimos moneo... (ICor. IV). Filioli, quos iterum pm•ttwio, donecformetur Ckristns in vobis.. . dice otra vez reprendiendo á los Gálatas, siguiendo otras tier– nas precauciones. (Gal. IV, 19). Estas precauciones fueron muy comunes á los Santos Padres, y las usaron con frecuen– cia los grandes oradores cristianos. El P. Séñeri nos ofrece también un bello ejemplo: después de haber hablado con energía contra los viciosos, hace su aplicación al auditorio: "No quiero ofenderos, hermanos mios; más gustoso sería para mí el alabaros que el reprenderos. Sé que entre vos– otros hay mur.hos que se aplican á desarraigar los vicios con celo... " 126. De donde se ve que las precauciones oratorias no consisten en aquella culpable condescendencia que el miedo, los respetos humanos, y mundanos intereses podrían inspi– rar al orador, para debilitar, afeminar ó disminuir el vigor de la palabra apostólica. Inspirémonos en tan buenos mode– los; y sobre todo en las Epístolas de aquel gran predicador, San Pablo, encontraremos nn abundante tesoro de estas prudentes y caritativas precauciones, para que la palabra de Dios sea oída con fruto. Y para ello hay que atender á las siguientes reglas: 127. Regla l." La enseña Ramón. Es necesario antes de todo que el predicador se haga esta pregunta prelimi– nar: Mis oyentes, en la disposición en que se hallan, ¿se aprovecharán de tal verdad que yo quiero anunciarles? ¿De qué servirá mi discurso? Oui bono? Si no puede por enton– ces esperar feliz resultado, debe esperar momento favora- ble, y limitarse por entonces á instrucciones que oigan de - buena gana, y les dispondrán para escuchar más tarde la~

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