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58 LECCIÓN VI.-DE LAS JlrATERIAS sino que, como los Profetas, digamos á los pueblos: Hcec dí– cit IJomínus : Esto dice el Señor. En la Lección siguiente expondremos las materias que son propias de la predicación. LECCIÓN VI. De l11ó m11teri11ó propi11ó de 111 predic11ci6n. 71. ¡Cuán hermosa es nuestra Santa Religión!!! ¡Cuán elevados y profundos son sus dogmas! ¡Cuán bella, cuán pura es su moral! ¡Cuán dignos de toda nuestra veneración son sus sacrosantos misterios! ¡Cuán consoladoras son sus celestiales esperanzas! ¡Cuán ligero y suave es su yugo! ¡Cuán dulces, cuán arrebatadoras son sus palabras! Reli– gión santa: viviré bajo tu sombra; me inspiraré en tu amor; moriré bajo el anchurosó manto de tu misericordia; memos– trarás á mi Dios... 72. Hijos rebeldes, hombres ingratos, ¿de qué os quejais si os predicamos las verdades de nuestra Religión, sus dog– mas , sus preceptos, sus Sacramentos? ¿Tenemos acaso nos– otros la culpa? ¿Hemos formado talley? Oíd: es San Juan Crisústomo: "Nosotros, dice el Santo, no somos legislado– res, ni es nuestra la doctrina que enseñamos: ministros de Dios, hemos recibido del cielo las cartas que debemos co– municar al pueblo; si leemos lo que no está escrito en ellas, ó le ocult<tmos lo que las mismas contienen, hacemos trai– ción á nuestro ministerio, y arriesgamos la salvación de los fieles y la nuestra propia., Nada, pues, podemos quitar, añadir ó mudar del sagrado depósito de la fe sagrada, ni de la purísima moral ; toda su plenitud, toda su integridad se conserva en la Iglesia católica. 73. ¿Qué sacerdote celoso no ve ya el campo espacioso C]Ue se le presenta para recrear, animar y fortificar las al-

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