BCCCAP00000000000000000000265

54 LECCIÓN V.-NECESIDAD sin ciencia de las Sagradas Escrituras, ¿qué serían tales predicadores? San Jerónimo lo ha dicho, por más dura que sea la expresión: "Serían unos declamadores y unos charla– tanes: JJeclamatorem esse et 1Ytbulam, garrztlumque sine ratione., Y la censura del Nazianceno es aun más severa: "Con sus discursos meramente humanos, dice, convierten el templo en una academia, y quiera Dios que no pueda de– cirse en un teatro., "La fe, dice San Ambrosio, no se afir– ma con discursos filosóficos ó propios del foro, sino con la virtud de Dios, que sólo se encuentra en la predicación del Evangelio., <<¡Por cierto que sería Dios bien pobre, añade el ~azianceno, si la fe fuera patrimonio exclusivo de los eruditos!, 68. Detestemos predicar sermones puramente huma– nos, que rebajan además el vigor de la elocuencia cristiana, - y comprendan los oyentes que nosotros les hablamos ver– daderamente de Dios, y les traemos sus órdenes y sus con– solaciones, y todo esto debe ser con espíritu, con energía, con acento de convicción; este acento es una mezcla de fe, energía y caridad, que es la verdadera elocuencia de que debe estar animada la predicación evangélica. "Este acento de convicción, dice l\Iullois, es la magia de la palabra... Lo que hace que unp ya no discute, que ya no hace más aten– ción al hombre gue habla, que ya no cuilla de nada sino lo que él dice... ó mejor á lo que dice Dios., Despreciemos esa elocuencia pura ente humana eontraria á la evangélica, destituüla de t da energía, convicción verdadera y soplo divino, llamada m y acertadamente por Nicole: ELOCUEN· crA ANODINA. Si se lee el tan decantado sermon de la Cari– dad, por el aba , Boismont, predicado en París en 1782, con ocasión del ,stablecimiento Real para eclesiásticos y mi– litares enfermos probablemente esa lectura, hace observar el Sr. l\Iartínez, embelesará á los inexpertos alumnos ; no importa, tanto 1 ayor y duradero será su desengaño si á continuación lee otros discursos cristianos sobre la caridad en los Santos P dres. Esta composición del abate Boismont ha recibido de , gunos grandes elogios; pero la verdad es que, corno oraci' n sagrada, merece severa censura. Se conoce· bien que su aut r había descuidado en su juventud el estu-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz