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DE LA ELECCIÓN DE MATERIAS. 51 1lia Massillon en casa de Crozat, éste le dijo: "Padre, vues– tra moral me espanta; mas vuestro modo de vivir me ase– gura., Y así estos puntos tan delicados requieren mucha prudencia para bien manejarlos; pues no es lo mismo, dice 8an Agustín, escribir un libro en qne pueden tratarse cosas arduas y explicarlas, y el predicar, que no siempre tiene tal oportunidad. Y <tsí el Santo establece estas tres reglas: 1•" Los oradores deben abstenerse de predicar tales doctri– nas cuando no hay necesidad; 2.• Mas si la hubiere, por exigirlo así los intereses de la verdad, ó el de los fieles ex– puestos á caer en algún error, debe la verdad predicarse con toda claridad, para qne las almas no reciban algún da– ño; 3.• Pero en estos casos se procure examinar la doctrina lle tal manera que sea como leche para los párvulos, y como alimento sólido para los adultos : Et pm•mtlis lac, ct gran– dibus esca sit. Esto que se acaba de manifestar sobre la acertada elección de materias, como se acaba de ver, es de suma trascendencia para el buen acierto en la predicación. 65. Y aunqnc sc lta.'¡an elegido ·oc¡·tlarlcs las más im– po'l'tantr:s del Cristianismo, no basta; es pnciso Jlrcrlicm·– las corno palabras de Dios, y no como doctrina dcllwm– lj¡·e. Antes de todo debemos establecer este principio de Santo Tomás: "Que entre las verdades reveladas hay algu– nas , que pueden ser conocidas por la razón, aunque no tan perfectamente y con tanta seguridad como se conocen por la fe., Por tanto, nosotros podremos formar un discurso cuya doctrina sea cristiana, en cuanto sus verdades forman parte de la revelación, pero que al mismo tiempo no pase de ser un discurso humano como cualquier otro; ya porque las verdarles en él contenidas se hayan sólo conocido por la razón, y ya también por la forma enteramente humana con que se presentan, cual cuestión meramente filosófica : no dudamos que tales composiciones leídas en una Academia podrán tener sus aplausos, tales discursos como tratados científicos tendrán su mérito, pero en los labios del predi– cador del Evangelio siempre serán inoportunos y dignos de severa reprensión; involuntariamente se ofrece á nuestro espíritu aquel sentido texto de Jeremías : llfc dereliquenmt .fontem aqw:e vivm, et fodernnt sibi cisternas, cistemas

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