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DE LA ELECCIÓN DE MATERIAS. 49 rogla de San Ambrosio: Prmceptorum scriemfornzare de– III'Jn1ts: Todos nuestros discursos deben formar una serie de instrucciones. 62. Y esta regla debe principalmente tenerse presente llll las Misiones, porque así como cuando quiere tomarse nna plaza fuerte se disponen los cañones en el número, or– •len y lugar conveniente, según su mayor ó menor calibre, así también el misionero debe ordenar sus sermones 1\e ma– nera que el uno apoye al otro, por la afinidad de materia~ , fuerza de argumentos, para rendir los corazones rebeldes. El primer sermón mueve, el segundo remueve, el tercero inclina, y así suc.esivamente se va ganando terreno; un ser– món apoya al otro, y lo que no alcanza el cuarto lo alcanza el •ruinto. Esto es cosa muy práctica en las Misiones, y sabida lle todos los misioneros experimentados. Es muy necesario ~aber ordenar las materias que se han de predicar, estn– tlia,ndo los puntos de relación que tienen entre sí, pa,ra re– forzar el ataque general, rlirigidas todas á un mismo fin. Obrar lo contrario resultarían sermones aislados, fuera de ningún plan. Se ha de procurar·tJlHl haya tal encatlenamiento tle asuntos, que el sermón posterior se desprenda natural r, expontáneamente del anterior, y por esto cuando por cir– ctmstanciás especiales hay que predicar sermones que pa– recen extraños ó heterogéneos del plan general, entonces por medio de una feliz transición en el exonlio, fácilmente el sermón anterior se enlaza con éste, y se hace ver su ne– cesidad. Estas series de sermones fueron muy practicados tle los Santos Padres, cuando por un fácil y brillante méto– tlo expositivo iban ordenadamente instruyendo á los fieles en las verdades de los Libros Santos. "¡Oh cuán saludables y copiosos frutos produciría nuestra predicación si restau– rásemos el método racional y sólido, que siguieron los ora– llores clásicos de la antigüedad cristiana! ¡Si explicásemos la Religión desenvolviendo á la vista del pueblo fiel su divino sistema, haciéndole percibir sus armonías y sus dulzuras!, Así se expresa el P. Martínez en su recomendable obra de Elocuencia, que toda ella respim aquel suave aroma de los Padres de [la Iglesia, de aquella antigüedad veneranda. Aprovechando ciertos tiempos del año, como Cuaresmas, 4
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