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48 LECCIÓN V.-NECESIDAD ·--- ----- - da del amor remedia con grande acierto las necesidades de toJos sus hijos, párvulos ó adultos, sanos ó enfermos. Y el Santo con un bello símil explica cómo el predicador con una sola doctrina puede de diversas maneras instruir á sus oyentes, como con un instrumento músico que con el mismo plectro, aunque no del mismo modo, se pulsan todas las cuerdas y producen armonía: Dnde et doctor r¡~tisque ~tt in una mtnctos 'oirtute clwr-itatis mdificet, ex una doct1•ina, non una caclemque exlwrtationc tangerc cm·cla mtclien– tútm clebct. 60, Mas desaparece esta dificultad desde el momento que el predicador ha de dirigir su palabra exclusivamente á determinadas clases de una misma profesión, instituto ó análogas aspiraciones, á personas eclesiásticas, religiosas; á militares, ó abogados, ó jueces ; á hombres sólo, ó única– mente mujeres; á Cofradías, ó Congregaciones terciarias, Círculos católicos, á Sociedades católicas de obras de bene– ficencia. Este género de instrucciones es muy provechoso, porque se puede insistir mejor en el fin propuesto, supuesto que aquella determinatla clase de personas tiene una misma aspiración, y los mismos sentimientos que motivan aquella unión entre ellos. Los Santos Padres ejercitaron mucho este género de instrncciones: á las vírgenes, á los confeso– res, á los mártires, á las viudas, á los sacerdotes, á los ma– gistrados, etc., como San Cipriano, San Ambrosio, San Agustín, San Bernanlo y otros. 61. Pero todo esto no basta todavía: es necesario fijar bien la atención en el método que los Padres de la Iglesia empleaban en sus discursos, porque el buen éxito de la pre– dicación depende en gran manera del orden y conexión que guardan entre sí las verdades de nuestra Religión. "Quien hoy predique de la limosna, decia el Crisóstomo, mañana de la oración, otro día de la misericordia y otro día de la modestia, pero saltando sin discreción de uno á otro asunto, difícilmente logrará que sus instrucciones se arraiguen en el ánimo de los oyentes. El predicador, añade, debe imitar á los maestros de escuela, quienes no enseñan á los niños á formar sílabas, sino después de haberles hecho conocer bien las letras., Podemos concretar todo esto en esta bellísima
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