BCCCAP00000000000000000000265

DE LA ELECCIÓN DE MATERIAS. 47 Ambrosio, San Agustín, San Crisóstomo, San Gregario y Jos demás Santos Padres, ¿qué predicaron? ¿cuáles fueron :-;us continuas materias en el púlpito? Registremos sus obras, y quedaremos convencidos de esta verdad. ¿Ko es San Agustín que no cesa con fervor de clamar contra un abuso lle su pueblo, y sin contentarse de las lágrimas de RU audi– torio, no pára hasta extirpar aquella mala costumbre? ¿No es el Crisóstomo aquel orador popular que, conmovie111lo Jos auditorios, sin entrencrse en vanas especulaciones, v;t recto al corazón, y antes de partir á su destierro, decretado por las iras de la emperatriz Eudoxia, cuyos excesos reprendía, dice á su pueblo, que con entusiasmo le rodea: "Yo despre– cio las amenazas y las caricias del mundo. Yo no deseo vi– vir sino para vuestra utilidad?" Ved las reglas que sobre el particular nos legaron Jos Santos Padres: siempre con una noble independencia y santa libertad anunciaron las verda– des de nuestra santa Religión, é inculcaron sin temor á los pueblos, lo mismo á los grandes que á los pequeños, sus santos p'receptos, y les intimaron eon <t~Juella autoridad de que les revestía su augusto ministerio, todos Jos juicios de Dios: los premios y Jos castigos. Jamás ocultaron á los fie– les, por más que les desagradasen, las austeras verdades del Cristianismo, tan opuestas á las máximas del mundo. Y no– temos de paso aquel buen sentido que les guiaba en la elección de materias para hacer provechosa su predicación. Haber obrado de otra manera lo hubieran considerado como una traición á la gloria de Dios y á la salvación de las almas. 59. Cuando hay grandes concursos, compuestos de indi– viduos de muchas clases de la sociedad, de índole muy dife– rente, cuyas necesida!les son bien diversas, y entre los cua– les los hay dominados de vicios opuestos, enferme!lades especiales que necesitan particuhtres tratamientos, es claro que podría temerse que dañe á unos lo que á otros aprove– che, si el predicador no anduviese con mucho tino 'usando de mucha discreción y prudencia. Entonces, para evitar es– collos tan peligrosos, no hay como la earidad, dice SanGre– gario, que paciente y benigna guiará en esta difícil empresa á los que estén de ella inflamados; como la madre que guia-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz