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DE LA ELECCIÓN DE MATERIAS. 45 errores, aquella impiedad, aquellas objeciones, aquel satá– nico furor contra la divinidad de .T esncristo Señor Nuestro, por todo el mundo ha ya circulado, y por ende toda clase de vicios y pecados. ¿Y podremos ya, en vista !le tantos males, dudar de las materias que hemos de elegir p<tra la predica– ción? ¿Y es posible que haya oradores que como c¡ue nohu– biese cosas de tanto interés que tratar, y viendo lo~ linderos tan marcados, se atrevan á penetrar en terrenos pedregosos y resbaladizos, asuntos curiosos, atrevidos y novelescos, comprometiendo sus enseñanzas y dando lugar á un<t apa– sionada crítica? 56. No quiero privarme del placer de reproducir aquí esas hermosas líneas del Sr. Bravo en su Elocuencia cris– tim~a: "Pocas veces estas advertencias, esparcidas en di– versas obras de reconocido mérito y nombradía, dice este au– tor, han de ser más oportunas que en nuestros días, no porque haya ministros que, desconociendo su misión evan– gélica, lleven al púlpito puntos ele doctrina sospechosa, sino porque las pasiones sobreexcitada~ han llegado ft viciar la atmósfera en que respiramos, porque lmsta ele lo más ino– cente se saca partido en nuestros días pam comlmtir la He– ligión, y toda precaución es poca para no dejarse arrastrar por la corriente que á todos nos empuja, y de la cual que– remos que se salve, más que otro alguno, el ministro del altar. ¿Qué sería de la sociedad, qué sería del mundo, si el sacerdocio católico, alucinado ó seducido, no puediese sal– varse del común naufragio? Corran los hombres en buen hora en pos de una felicidad que sueñan, de una libertad mentida que se forjan, de un progreso que no lo es; el sa– cerdote, con el Evangelio y la cruz en la mano, debe hablar el mismo lenguaje que ayer, predicar la misma doctrina, porque la verdad no es más que una, y él es el depositario único de la verdad: Christt~s heri, et lwdie: ipse ct in sm– cttla. (Hebr. xm). Si no todos comprenden sus intereses, si no todos ven la luz, la luz se abrirá paso á pesar de los desesperados esfuerzos del infierno, y llegará día en que la doctrina evangélica penetre del mismo modo en todos los corazones, y se apodere por completo de todas las volun– tades.,

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