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PARA INSTRUIR, DELEITAR, ~WVER. 41 ue ella una feliz aplicación. Conviene, en segundo lugar, en las instrucciones no hacer alarde de erudición ni ciencia, ni querer parecer docto, sino procurar que la enseñanza esté al alcance de todos, y con esto el ignorante comprende, el sabio se edifica, y todos quedan contentos. Los tres ramos mencionados de la ciencia elesiástica, á saber: Nagmrln-Jts– ¡;ritzwa, P at1·ologfa. y Tcologia, son los tres principales au– xiliares de la predicación evangélica. 49. 4. o Historia eclesiástica. Esta es muy necesaria al predicador en nuestros tiempos, pues muchísimos enemigos de la Religión, indiferentes en materia de fe, están en una ignorancia crasísima acerca de ella; no quieren ni pueden disputar en el campo teológico. Del mismo modo extraviados en lamentables aberraciones y en manifiestos desvaríos de razón, llevados á tal extremo por el odio contra la Iglesia, por temor de quedar su orgullo humillado y vencido por la contundente lógica del sacerdote, no quieren tampoco dis– putas en el terreno filosófico ; y según observamos, en sus disputas no tienen otro miserable recurso que pampetarse en el campo de la historia. Pero ¿(¡né hi~toria? Plag;ula 1le errores. Allí pueden falsificar á su gusto; allí se restregan las manos de satisfacción, sobre todo retrocediendo siglos, amontonando inepcias ya muy gastadas de puro viejas y de tanto repetirlas, echándolo todo á la mala parte, método que á las mil leguas ya descubre la falsedatl de la causa que de– fienden; valiéndose de la mentira vil para poder atacar la Iglesia, calumniar los Papas, envilecer el sacerdocio, su sa– bia legislación, su prudente administración, pues en el te– rreno teológico y filosófico no les cuaja tan bien la mentira, ni se les presta tanto para su ignorancia y mala fe. "Men– tir, mentir, repiten con Voltaire, que alguna cosa queda;, mas yo afirmo que ni esto se les cuaja bien si el sacerdote está bien instruido en la Historia eclesiástica. Haber ma– nifestado esto basta para comprender cuánto es hoy de ab– soluta necesidad tal estudio para el predicador, para que sepa reponer las cosas y hechos históricos en su lugar, ¡les– hacer las mentiras y calumnias, y defender la Iglesia. 50. Por lo demás, el estudio de la Historia de la Igle– sia es muy atractivo, y los hechos que gozan de verdadera

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