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PREPARACIÓN PARA PREDICAR. 261 627. Regla 4." Conviene aplicarse ;\ la oración, á la lectura ó alguna otra ocupación para distraer~e de toda va– lla complacencia cuando cree que ha tenido un feliz éxito, ó para no dejarse preocupar de la tristeza cuando juzga que le ha salido mal, ó no se ha expresado según sus deseos. 628. Regla 5." No hablar .del sermón ni alabando, ni vituperando; ni ilejarse vencer de la sutil ambición de al?.– J¡anzas, manifestando faltas y pretextando excusas para dar ocasión á algunos golpes ele incensario; lo mejor es, uespués del sermón, retirarse y evitar todo trato y conversación. Si se dan Jos parabienes, qne es imposible evit<tr, no vemos razón para negar con pertiuacia el dón de Dios, como hacen algunos, pmliendo con esto dar motivo á que no se piense tan bien de ellos y que quieren atribuirse algo. Aquello es de Dios, no es nuestro, y por ta nto nos parece mejor la re– gla y práctica de aquellos que huyen de alabanzas, y, no pudiendo en parte evitarlas, sencillamente exclaman con humildad: Ad majm·c;n IJci glorimn. Non nobis, IJominc, ?JOn nobis; sed nomini tuo d!t glm·iam : alaban á Dios, no se atribuyen nada, y procuran huir el cuerpo <lisimulada– mente de tan halagüeño peligro, :sin hacer ningún boato de excusas. 629. Regla 6." Con toda tranquiliLlad lmmíllese el¡n·e– dicador en la presencia de Dios, y ni quiera informarse, ni se inquiete de lo que dicen y piensan los hombres, ni para nacla men<ligue sus elogios. Ha complacido á Dios, si ha cumplido su deber, y esto le basta. Considere lo que pensa– rá en la hora de su muerte, y la cuenta estrecha que hemos de dar á Dios. "Comparad, decía San Francisco Javier en los consejos que daba al P. Barzée, comparad el fruto de vuestras predicaciones con el fruto más abundante que de ellas resultaría si no pusiéseis obstáculos con vuestros pe– cados diarios á los designios de la Bondad divina, y conven– cido de estas ideas, cuanto más os eleven, más debeis hu– millaros... " 630. "Acordaos, continúa el Santo, de tantos predica– dores como, después ele haber evangelizado á los pueblos, se han hecho réprobos sólo porque carecían üe hnmildad. Predicaron con elocuencia y aplauso, obtuvieron conversio-

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