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2.56 L.EOOIÓN XL. dicador, sino que en estas críticas circunstancias es cuando debe mostrar que es dueño de sí mismo. A veces durante las mi::;iones han resultado incendios y otros graves inciden– tes, y {1 la ~erenidad de los misioneros se ha del.Jido que no hayn. habido desgracias, sol.Jre todo en las puertas de la igle– sia. Edifica mucho en todas estas circunstancias saber con– servar la dignidad y la mansedumbre. San Francisco de Sales en su carta al Arzobispo de Bourg·es, se acusa como· de una grave falta por haber manifestado cierto disgusto un día que tocaron las campanas antes que hubiese concluido el sermón. I"o mismo cuando hay pocos oyentes, se les ex– horta con caridad y celo que inviten á los ausentes que ven– gan ít los sermones, y con esto todos quedan prendados de la afabilidad y dulzura del predicador. 617. 2." Celo. ¿Cómo conocereis ht santidad? Con el celo. El celo devora el pecho de los que aman á Dios, cons– tituye una cualidad esencial de la predicación apostólica. Leed, ungidos del Señor, esta hermosa página de un escritor moderno : "El celo inspira al predicador el verdadero modo de hacerse comprender, de mover y persuadir; el celo su– gim·e esas expresiones que hieren las fibras más delicadas del alma, esas figuras vehementes y esas exclamaciones enérgicas, esas súplicas y esas reconvenciones, esos atrevi– dos apóstrofes que sólo se ven en los Profetas y en los ins– pirados del Señor. La elegancia vivificada por el celo llega á su último límite, arroja certeros dardos, mueve y arras– tra. La elocuencia del discurso puede padecer algo, pero ¿qué importa? El predicador digno de este nombre aspira á un objeto más alto: coloca bajo sus pies toda mira de amor propio, y olvidándose de sí mismo, le basta hacer sentir al oyente á quien es menester salvar. No corre en pos del ar– te, pero éste le acompafla, pues no hay nada comparable á las expresiones que salen de un corazón convencido, lace– rado de dolor y como fuera de sí en presencia de los extra– víos del hombre, el desprecio que hace de la :&eligión y el peligro en que se halla de caer en el infierno. El que tiene verdadero celo, intenta todos los caminos para insinuarse en el comzón y convertir; es fuerte, vehemente y activo; su voz, sus gestos, sus miradas y el vigor de sus palabras,

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