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PREPARACIÓN PARA PREDICAR. 251 primeros asomos de la vanidad que pueden levantar los aplauRos humanos; en esto se ha de ejercitar el fervoroso predicador. Esto le intima Dios, esto le ordena la Iglesia, esto le enseñan los Santos Padres : huir la vanida<l, y buscar en tollo á Jesucristo y la salvación de las almas. ¡Ay del predicador si no tiene estopresente! Siendo el doctor, maes– tro y guía de un pueblo que acude á oírle para bn~ear la salvación <le su alma y evitar los horrores del infierno, á nada de esto atiende, no se compauece su corazón, y atento tan sólo á satisfacer su vanidad, llega hasta el extremo de quedar satisfecho si le dicen qne ha predicado bien, aunque ni una sola alma haya sacado de las garras del demonio. }fiserable é infeliz traidor, se exclama San Crisóstomo: Jlfi– Sl'r et infelix proddor, pues te predicas á tí mismo; más miserable que el mismo Judas, pues para satisfacer tu or– gullo y elevar tu gloria personal vendes no solamente á Je– sucristo, sino á las almas redimidas con su preciosísima sangre. 608. Insistimos tanto en esto porque los Santos Padres nos pintan esta sutil tentación con los más negros colores, y muchísimos predicadores fácilmente se dejan vencer de ella. "Pero muchos predicadores, y especialmente los jóve– nes, dice el venerable P. Granada, se guardan tan poco de evitar este peligro, qui ni áun siquiera le conocen. ( Ret. 1, cap. 5)». Mas oigamos lo que con un tono el más expresivo dice Cornelio á Lápide : Prmdicatm· qtti plansum q_umrit, et non con'Versionem populi, damnabitttr. 609. Súlo la venlad ha de ocupar al orador; éste ha de ser Sil norte, Sil fin, y entonces poseído de ht verdad que va á anunciar, fácilmente se olvidará de sí mismo. uEntonces estará grande, poderoso, deslumbrante como la misma ver– dad, ha dicho Bautaiu. El ya no existirá, existirá la verdad, la verdad que por medio del orador obra; su palabra estará realmente inspirada. , Y entonces los oyentes, penlido de vista al hombre, sólo verán al órgano de Dios; y es enton– ces qlle la elocuencia eleva, abate, hiere, parte, destro~a, convierte á Dios los com~unes; en una palabra, ha¡;e mila– gros. Ved cómo una de hts grandes prerogativas de la ver· dadera elocuencia consiste en estar poseído de la verdad

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