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242 LECCIÓN XXXIX. paJes que suelen desfigurar la acción, y que suelen cometer– se por los oradores. ITI.- DEFECTOS EN LA ACCIÓN. 583. l. o Inclinarse en el púlpito, balancearse ó encor– varse de tal manera como quien se pone á nadar sobre el auditorio. 2.0 Estar la cabeza con afectación, ó erguida, ó torcida hipócritamente ó con negligencia. 3." Dejar correr con vaguedad ó con altanería las mira– das sobre el auditorio. 4. o Golpear furiosamente de piés y manos en el púlpito. 584. 5. o Dejar caer á cada palabra ó dicción las manos sobre el púlpito con ruído, como quien está amasando pan, lo que produce un efecto muy desagradable. 6." Dar al movimiento de brazos tanta celeridad como quien esgrime una espada, ó juega al molinete. 7 .O Cerrar los puños, presentarlos al auditorio, y otras acciones indecorosas. 8." Accionar siempre con un solo brazo, y no acompañar de vez en cuando con el izquierdo para la grandeza y vida de la acción. 9. 0 Representar en el púlpito todo cuanto dice, como los juglares y comediantes, aún en las cosas más viles y bajaH. Como si para representar un tañedor de vihuela, hiciera ademán con sus manos ele herir sus cuerdas. Faltaría á la dignidad augusta de su misión. 585. 10. Hay que evitar toda d<liculez, y sobre todo notar bien los defectos propios, por medio de un censor im– parcial, y observar las reglas admititlas en la buena so– ciedad. 586. Hay ciertOS RASGOS EXTRA.OltDINARIOS, espontá– neos, que son de un maravilloso efecto, cuyo uso determina– rá la prudencia del misionero experimentado, según las cir– cunstancias, la necesidad, la inspiración; pero evitando siempre lo ridículo, que en parte menoscabaría el fruto de sus sudores y celo.

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