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240 LECCIÓN XXXIX. -------------------------------- gado está el gusto de muchos cristianos; pero ¿no podría dar– ~e ht razón de ello en la mayor parte de Jos casos, atribu– yéndolo á la mala pronunciación del discurso y á la acción pésima que le acompaña? Pues ¿no se ha visto muchas ve– ces pasar la hora el predicador en el púlpito, y el auditorio sin pestañear, sin escupir, sin hacer el menor ruído, fijos sus ojos en él, pendiente de sus labios, siguiemlo hasta sus menores movimientos, pasar también el tiempo sin adver– tirlo, empapándose <le aquel maná celestial de doctrina di– vina, que descendía sobre sus almas? Predicadores de la di– vina palabra: en nosotros consiste en gran parte que los pueblos la oigan con gusto:: esmerémonos en nuestro ele– vado oficio; apliquémonos á observar exactamente las reglas de una buena acción oratoria, y, lo aseguramos, no pasará mucho tiempo sin que recojamos el copioso fruto: Ad majo– rc;n IJei gloriam. II.- SOBRE LOS MOVUHEN'fOS !)EL CUERPO. 573. Respecto á los movimientos del cuerpo, que forman el gesto para la expresión, basta decir que la cabeza, bra– zos y manos son sus principales instrumentos. 574. El CUERPO debe estar derecho; descansando á plo– mo sobre sus piés: Status.. creetus ct celsus, dice Cicerón; evitando toda posición orgullosa. 575. La CABEZA debe estar recta, ómoderadamente incli– nada, según los diversos sentimientos que agitan al orador. Téngase presente que en la cabeza es en donde se ostenta la majestad del hombre, reflejo de la majestad del Omnipo– tente que le crió. Por tanto es de suma importancia te– nerla de un modo digno y conveniente, segím las circuns– tancias. 576. El movimiento de los ojos es incomparablemente expresivo. Una sola mirada ¡qué poder ejerce! ¡qué iutluen– cia sobre cuantos se dirige! Aterra, inflama, enternece, do– mina. Ella confirma todo cuanto decimos, según San Ber– nardo: Oculi quippe loquentis.fldem faciunt dictis. 577. El SEMBLANTE es el espejo del alma. En él se re– flejan las pasiones que la agitan: el amor, la dulzura, el te-

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