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236 LECCIÓN XXXIX. naturaleza, y sin ajustar á estrecho molde los movimiento~ del espíritu, tiendan únicamente á hacer más natural y bri– llante la acción, librándola de tantos excesos y abusos que siempre son reprochables en la cátedra sagrada. l.-REGLAS PARA LA BUENA ACCIÓN. 563. Regla. l.• La acción lta de ser nattwal. La natu– raleza tiene tales encantos y un sello tan notable de origi– nalidad propia, que no es fácil le alcance jamás el arte más aventajado. Éste jamás puede dar á la acción ó movimien– tos del orador aquel valor ó espontaneidad que le da una pa– sión real que le domina por completo. Absorto de una idea, arrob<tdo de un éxtasis maravilloso que le empuja y le arras– tra á lo sublime, mueve las manos, brillan sus ojos, se ani– ma su semblante, todo su exterior acciona vivamente con gracia, sin pensarlo, sin darse cuenta de ello; y por esto mismo que hace todo esto sin reftexionarlo, le es tan natu– ral y á los demás tan agradable, porque nada tiene de es– tudiado, nada de pretensioso ni fingido. Repetimos que el arte, por más perfeccionado que se le suponga, jamás podrá llegar á esta verdad de expresión que tanto nos agrada. 564. En los auditorios domina una buena dosis de sen– tido natural, buen gusto y discernimiento: la verdad, sin sa– bernos dar demasiada razón de ello, tiene, por cierta afini– dad oculta, tal simpatia en nuestros corazones, que la ficción jamás nos agrada por más que vaya revestida de bellas for– mas, y basta sólo el presentirla, que ya un instinto repulsivo la rechaza, causándonos gran displicencia. Vean los predica– dores con qué cuidado hemos de ir en no simular afectos que no sentimos, en no emplear tonos altaneros ó ridícula– mente sentimentales, ó en pretender en el púlpito parecer lo que no somos, pues todo esto es en perjuicio del fruto de la predicación y de la elevada digniclad de nuestro santo ministerio. "Nada h<ty tan hermoso como la naturaleza,, ha dicho un escritor contemporáneo. 565. Sin embargo, en ninguna manera se excluye el ar– te, como fácilmente deja comprenderse, pues enmienda y

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