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VOZ Ó LENGUAJE ORAL. 229 cesario, al mismo tiempo que causa desagradable sensación y molestia al auditorio. La voz para no cansar, y lograr que salga del todo natural, debe c.ontenerse d'·nt1·oCU(dro notas, las más naturales á cada uno, sin traspasarlas ni por alto ni por bajo. El predicador en el púlpito, dirija :m vista y ponga su voz al alcance de la persona más distante tlc su auditorio; mas si esto es muy difícil es inútil esforzarse, nos cansaríamos eu vano. 540. Regla 5.a ARTICur.AciÓN PERFECTA. En articular y distinguir bien las sílabas y las palabras consiste la claridad de la pronunciación. Si no se articulan y pronuncian bien las letras y las sílabas, resulta una lamentable confusión. Hay quienes para dar más cuerpo y sonoridad á la voz, no se les oye sino aquel continuo a, e, o, a., sin poderles dis– tinguir ninguna consonante, por lo que nada se les entiende, ó se les pierde la mayor parte del discurso, quedándose uno en ayunas, cosa que molesta mucho, como al que mientras está comienclo le ponen y quitan continuamente la comida, que no encuentra gusto ni satisf.tcción. "No es con gritos desaforados, sino con la articulación clara y distinta, que un discurso se hace intelegible. Ha hahitlo quienes con voz muy débil se hacían oir con gusto por su clara y limpia pro– nunciación, mientras que otros dotados de voz extraordina– ria nada se les entendía porque confmulían los sonidos, y sobre todo suprimían las consonantes, que son el hueso y nervio de la palabra, y en ellas se apoyan las vocales. Hay que triturar esa masa informe de aire que sale de la boca por medio de las consonantes, que son como el cincel qne le dan la forma. Lo repetimos: hay que triturar el aire por medio de las consonantes, si no es imposible entenderse. Por desgntc.ia no dt:>ja de observarse. en varios oradores esta falta, los cuales se comen las sílabas, suprimen muchas con· sonantes, y por no distinguir y articular bien las letras, sí– labas y palabras, ponen grande confusiím al auditorio, que llega materialmente á aburrirse. Y lo·que aburre no agra– da, y lo que no agrada no pnede producir fruto . Deben arti– cularse distintamente todas las sílabas ; deben, lo diremos, escupirse todas las palabras enteras sin esconder ni una le– tra, y entonces resulta una pronunciaciún clara, limpia, inteligible'y en gran manera agradable.
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