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VOZ <) LENGUAJE ORA!,, 225 serán los de nuestra augusta Religión? Va.ticina1·e: ltablail con voz patética, vehemente, enérgica,y las cosas más sen– cillas se volverán interesantes, y las elevadas más grandio– sas y sublimes. Es indudable que las Misiones en gran parte, desp1tr!s de IJios, deben sus p1·odigios de con1;1wsión al acento pode1·oso rle la -t•oz con que los misioneros anun– cian las eternas venlades. 530. Ya San Gregorio Magno, convencido de esto mis– mo, decía á sus fieles: «Observo que oís con poco gusto la lectura de los sermones que preparo, y que la debilidad de mi estómago me impide pronunciar; haré, pues, un esfuerzo y os predicaré de viva voz: Quia collocutionis vox cord{t tm·pcntia pl1tsq1tam se1'iiW lect'ionis excitat. Y efectiva– mente, nada ¡me¡le suplir adecu<tdamente á la vida que lla al discurso la pronunciación ; así como si ésta es mala, es pésimo el efecto que ella produce; porque el sentido del oí– do, por donde penetra la voz, es en extremo sensible y deli– ~ado, que no sufre fácilmente las asperezas y vicios de una mal a pronunciación, como enseña el gran orador romano: A 1wiwn est judicium supcrbissümtJJJ. La 1;o: es, pues, el soplo de vida para los discursos; á sn ahrasarlo hálito todo se conmueve, se agita y vive; sin la influencia de la vo:. todo afecto se apaga, todo sentimiento disminuye, langui– dece y muere. 531. Son tantas las variedades de la voz, que no es fácil precisarlas. «Hay voces fltertes, sonoras y vibrantes que conmueven al auditorio hasta en el fondo de sus entrañas, dice el Sr. Sánchez Arce; las hay menos robustas y vigoro– sas, pero que, dulces é incisivas, penetran como un dardo en las almas y las tienen como suspensas á la palabra santa... Para la generalidad de los habitantes de nuestras aldeas, las primeras que hemos clasificado son más agradables que las dulces y melodiosas, que gozan de mayor ascendiente en– tre personas más ilustradas de las grandes poblaciones." En medio de tanta variedad de voces agrallables ó molestas sólo el oído tiene el privilegio de pronunciar un fallo favo– rable ó adverso. 532. Es en gran manera digno de sentirse que muchos no comprendan cuánto debe cultivarse este género de talen- 15

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