BCCCAP00000000000000000000265

PRONUNCIACIÓN Ó ACCIÓN ORATORIA. 219 nos seduce, nos arrastra, y oculta áun las faltas de la com– posición, hasta hacer hallar admirable un discurso que no sostendría siquiera el examen de una lectura lletenida., El venerable P. Granada, lo mismo que otros autores de Elo– cuencia, hacen consistir en la perfección en el modo de decir el interés y la exaltación de pasiones <¡ue los actores <le te<t– tro producen en los asistentes. La acción es la que da vida á la palabra; sin ella todo es pálido, todo está muerto. 519. En vano, por ejemplo, buscamos en los sermones del Vble. P. Diego de Cádiz, capuchino, aquella elocuen– cia de fuego, aquella palabra vibrante y sonora que tiene suspensos millares de oyentes; no nos pueden dar idea de aquella extraordinaria moción y arrebatador entusiasmo : son letra debil, muerta. Oyóle Quintana, y quedó asombra– do, y todavía en su vejez gustaba de recordar aquel asom– bro. Millares de pecadores temblaban á su potente voz cual leve flor de arbusto, decía un volteriano empe<lernido. Des– de entonces acá, palabra más elocuente y encendida no ha resonado en los ámbitos de Espaüa, dice Menéndez Pelayo; quien despues de describir el edific;mte porte exterior de aquel hombre extraordinario, exclama: "(. (¿né le importaban á tal hombre las retóricas del mundo, si nunca pensó en pre– dicarse á sí mismo?, Todo lo cual confirma maravillosa– mente cuanto se ha dicho sobre el poder de la acción, del gesto y de la voz sobre los auditorios. Esta es la verdadera elocueneia. 520. Esta acción, este gesto y esta voz hieren los sen– tidos de cuantos ven y oyen al predicaclor; y como los sen– tidos son el camino por donde se introduce la· veruad, re– sulta que tanto más profunda es la impresión que ésta hace en el alma, cuanto más impresionados han qneuado los sen– tidos que son los internuncios ó vehículos de ella. Y est() sucede á todos sin distinción, pero de un modo más notable en gente sencilla, ó bien incapaz de profundas concepci()ues. y elevación de pensamientos, como es por lo regular la ge– neralidad de la gente qne no han cultivad() las letras. 521. Ahora, pues, se comprende fácilmente que cuant() más perfecta es la acciun umto1·ia más impresionados que– dan los sentid()s, y á su vez más vivamente impresionan el

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz