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1 LIBRO IV. PRONUNCIACIÓN. LECCIÓN XXXVII. Pronuncictción ú ctcci6n orcttorict. 509. Bajo este nombre se comprende la prolación de la palabra y acción, ó sea el Lengunje oml, y el LenguaJe (le acción, que son los medios con que el orador transmite sus pensamientos al auditorio. Es muy neeesaria la pmmmcia– ción, porque da vida y alma á los discursos. Por más sabio <¡t~e sea el hombre, el vulgo dice que no tiene gracia de predicar, cuando le falta la virtud de la acción y pronun– ci'aeión, como ya lo explica el P . Granada. 510. La vida que resulta del acertado empleo de la voz y de los movimientos es lo que constituye en este terreno el talento, la gracift de conmover, persuadir y arrebatar los corazones. Esto es lo que da al diseurso una fuerza sor– prendente é invencible. La energía de la voz, el semblante y todo el exterior del orador inflamado, no pueden menos que conmover é inflamar á los demás, agitar y enardecer poderosamente las pasiones del alma. El pueblo así lo com– prende. ¿Y no lo comprenderán los ministros de Dios? ¿Po– drá recitarse con ~tpatía y como lección de escolar estudiada un discurso que tanto interesa á nuestras almas inmortales? ¿No podríamos decir que la falta de vigor, sentimiento, viva expresión y convicciún interior en la divina palabra aleja al pueblo de oírht con interés y entusiasmo?

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