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EJERCICICS DE COMPOSICIÓN. 199 tu juventud, ¿cómo lo encontrarás en tu vejez? Qwe inju– ventute tua non congregasti, r¡twrnodo in sr·1wctute inve– nies? (Eccli. xxv)., 462. 2.• Idea general. La proposición ú idea principal debe presidir la composición, y no ha de perderse de vista, como centro á donde han de dirigirse todos los esfuerzos del predicador, tanto en el exordio, como en las demás partes del discurso, y con esto, evitando que éste sea vago, tendrá aquella unidad Y. fuerza que conduce todas las prue– bas, argumentos y división á un mismo fin. Jl'[uchas ideas ocurren por lo regular durante la composición de un discur– so, atraídas la mayor parte por la fuerza de analogía y com– paración que el asunto que tratamos tiene con ellas. No todas deben desecharse; mas si son notables y provechosas, aunque no tengan relación directa con el asunto, deben es– cribirse á parte en un papel distinto del borrador del dis– curso, y con esto se descarga la memoria, y aquellas ideas se utilizan después para la misma composición ópara otras, y con esto se evita que las facultades del alma en sn ardo– rosa labor se distraigan de su ülm ]WinciJml, para que salga un trabajo completo, unido y bien trabado. 463. 3.• Apoderarse· de los principios, y descub1·i1· (le un golpe de vista Zas consecuencias r¡ue encüm·an. Todo cuanto hemos leído debemos convertirlo en propia substancia; es un germen precioso que se ha depositado en nuestra inteligencia, y debe desarrollarse hasta producir sus frutos: son principios que al calor y actividad de la atenta meditación van brotando sus consecuencias. Esta atención refiexiva á los principios es de suma trascendencia, ya para penetrar bien las materias, ya para exponerlas eon toda claridad y precisión á los demás. 464. «En todas las ciencias y materias, dice el Sr. Mar– tínez y Sauz, hay ciertos puntos cardinales, algunos princi– pios fecundos de los que fluyen, como consecuencias, un gran nínnero de verdailes: los espíritus vulgares giran al rededor de estos principios sin atreverse á llegar á ellos; se detie– nen con ideas aisladas, ú en verdades subalternas y de por menor; Rólo es propio de los espíritus elevados, dice Santo 'romás (I, q. 12, a. 7), el apoderarse ele los principios y

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