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198 LECCIÓN XXXV. genes, que van formando riquísimos cuadernos de exqui~it.a~ noticias, sentencias y lugares que sirven á las mil mamvi – llas para la composición de sermones. Del mismo lll01lo, ideas repentinas que vienen cual ráfagas de luz, y que lii-· cilmente desaparecen, planes breves de discursos, ó IJÍt\11 citas de pasajes notables en los libros, tollo queda anotn(lo en tales cuadernos. Muchas obras literarias, religiosa~ y sermones no han tenido otro origen que ta.les apuntes; han sido el resultado de tales notas. 460. Se han leído cosas buenas, excelentes, que á su tiempo podían servir para la predicación, mas llase descui– dado de anotarlas en un cuaderno, y cuando se necesitan ya no se encuentran; falta la memoria local; se ha olvidado la obra, el volumen ó la página, y entonces uno siente en el alma tal descuido; no puede ya consultar lecturas pasadas, que eran de mucha importancia. El mismo San Ag·nstín no dejaba de escribir lo que no quería olvidar, para acudir en ayuda de la fragilidad de la memoria: JlJcditationcs meas, nc oblivioncfngiant stillo alligo. "En otro tiempo, dice el Sr. Bravo y 'l'udela, se nos ocurrieron ciertas consideracio– nes sobre el mismo asunto, y bajo la impresión de un mismo sentimiento hubiésemos escrito páginas llenas de vida y de calor; mas en el día no estamos ya movidos, ó lo estamos tan poco, que la falta de sentimiento nos priva de crear nada. Hallarse, pue~, en t<ü estado, es encontrarse en com– pleta indigencia y desprovistos de todo recurso; si el pasado no nos ha dejado nada útil para el presente, ¿no es ésta una deplorable pérdida?, 461. Más todavía. Vendrá tiempo en que, avanzando la edad y aumentando los años, el entendimiento ya no tiene aquella fuerza de penetración, la memoria aquella pasada fijeza, la imaginación aquel ardor, y el corazón aquel fuego y aquellos vivos sentimientos; y si durante la juventud nada hemos anotauo del resultado de aquellas provechosas lectu– ras, ue aquellas luminosas ideas, ni de aquellas fuertes impresiones, ¿no es bien posible que entonces nos encon– tremos con pérdidas lamentables, por no poder suplir con notas que no se poseen el aruor y los estudios de la juven– tud? El Espíritu Santo lo ha dicho: "Lo que no recogiste en

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