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EJERCICIOS.DE COMPOSICIÓN. 197 verá, bastante fáciles. Iremos indicando con orden sus priu– eipales procedimientos. 458. 1. 0 Lecturas de buenos modelos. No puede du– darse que las notables lecturas de buenos autores influyen en g-ran manera en el ánimo, y son origen de grawles pen– ~amientos y felices conceptos, y excitan en nosotros recuer– dos de cosas sabidas, enseiíátulonos otras que no sabíamos; en una palabra, ponen en actividan las facultades O.e nues– tro espíritu. "Las obras de los grandes maestros, dice Lon– gino, son como otros tantos focos sagrados donde se encien– den los talentos fríos." No nos cansaremos de repetirlo: los Libros Sagrados deben ocupar para nosotros un lugar prefe– rente. Los Santos Padres, los oradores de gran nombradüt, allí se inspiraron. Una de las cosas muy acertadas es leer y meditar algún pasaje sobre el asunto en algún autor distin– guido, proponiéndose: 1. 0 Penetrar á fondo la materia; 2. 0 Observar atentamente el orden del discurso ajeno; la tra– bazón y enlace de las cosas; cómo se emplean las figuras , de qué naturaleza son, y cúmo revisten y ponen de relieve el pensamiento; y la solitlez y energía O.e la argumentación. 3. o Posesionarse del asunto; corazón, imagiwtcií,n , inteligen– cia, toda el alma debe sentir, abrasarse del fuego qne inspi– ran los rasgos elocuentes, de un asunto que se va á tratar, para comunicar á los demás este fuego y esta convicción. 459. Mucho aconseja el P. Granada que se tomen apun– tes de todo cuanto mejor se lee, de cuanto notable se oye en las conversaciones de los hombres sabios. Y lo mismo han dicho otros preceptistas, que se hagan ensayos de tra– ducción de los Libros Santos y de los Padres de la Tglesia á nuestro idioma en las innumerables bellezas que encierran, examinando sus giros y la fuerza de sus expresiones. No hay duda que estos esfuerzos para verter del latín al espa– ñol la propiedad de las palabras, su fuerza y energía, lo mismo que la belleza de los conceptos y expresiones, hacen que el novel orador con su laboriosidad llegue nada menos que hasta apropiarse el estilo del original que {t ~n vista tiene, casi sin advertirlo. Logrando ademá~ la inc:omp:lr~tble ventaja de acrecentar insensiblemente sn propio c:utdal de ideas escogidas, profundos pensamientos y vi I'CZ<I de irná-

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