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FIGURAS PATÉTICAS Ó DE PASIÓN. 187 LECCIÓN XXXIII. Figura.ó pa.tétic:a.ó 6 de pa.ói6n. SIRVEN PARA MOVER. 434. l.• Apóstrofe. Sucede cuando, torciendo el curso de la frase, repentinamente nos dirigimos á alguna persona ausente ó presente, á seres invisibles y áun objetos inani– mados. Esta figura es de las más elocuentes, es un carbón encendido que abrasa donde toca, es un plectro poderoso que pone en fuerte vibración las cuerdas del corazón que ha herido. Supone una grande pasión de ánimo, y olvidado el orador de su raciocinio increpa, arguye y llama de repente á los muertos como á los vivos, reconviene á los montes y á los valles, y á los cielos y á la tierra les invoca por testigos. Jamás hemos podido leer esos elocuentes y sublimes após– trofes sin que el entusiasmo se haya apoderado del corazón: "Los ínclitos de Israel fueron muertos sobre tus montes; ¿cómo cayeron los fuertes? No deis la nueva en Geth, ni lo publiqueis en las plazas de Ascalón... Montes de Ge7boe, ni rocio, ni lluvia vengan sobre vosot1·os, ni haya campos de primicias; porque allí fué abatido el escudo de los valien– tes. ( II Reg. )., Lo mismo en el Salmo Lxxx: Exultatc JJco adjtdori nostro: jttbüate JJco Jacob... Buccinate in Neo– men·ia tuba, i/a insigne die solemnitatis vestne: quía prm– ccptmn in ls1·ael est: et judicimn JJeo Jacob... A ttd'i, po– pulus meus, et contestabor te: Israel, si audieris me, non erit in te JJeus reccns, neque adorabis JJeum alicnmn. ¡Qué belleza! ¡qué mag·nificencia de estilo contienen las Sa– gradas Escrituras! Con razón dijo de ellas el Cri~ústomo al empezar su homilía V: Quwn dulcissima cst &¡·ij_;tw·m'tt?n

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