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ARTE, IMITACIÓN, EJERCICIO. 15 á la palabra corresponda inmediatamente la cosa. Hay ele– gancia, cuando las gracias del estilo, la naturalidad, la flui– dez y pureza del lenguaje se harmonizan con las reglas re– cibidas del bien hablar, y los sentidos del pensamiento. Y hay persuasión, cuando el orador dirige sus conatos á la vo– luntad; como un rayo hiere , doblega el corazón, lo inclina á la práctica, al bien obrar, valiéndose de argumentos sóli– t1os, de fácil comprensión y con método y gradación, sabién– dose imponer por sn probidad para que ninguna prevención desfavorable desvirtúe su palabra. Por esto todos los pre– ceptistas convienen en citar á Quintiliano, cuando define al perfecto orador: Vir bonus dicendí pe1·itus. Para el logro de lo cual se vale de tres medios : Arte, imitación, ejer– cicio. 12. El hombre se disting·ue de los animales por la pala– bra y la razón, enseña el reputado retórico Agustín Vale– río, y la retórica se ha inventado con objeto de que por su medio se señale el hombre entre sus semejantes poseyendo tan útil distintivo. Quien comprenda el poder y necesidad de la palabra, y que es llave misteriosa de comunicación entre los corazones y bastante para persuadir áun al más rebelde, ¿cómo podrá mirar con indiferencia un arte que im– prime al discurso un carácter propio, mucho más siendo predicador de la divina palabra? No podemos dudar que la elocuencia fué antes que la retórica, porque la prime.ra co– mo á materia recibió su forma, perfección y hermosura por la segunda, formando un todo compacto y homogéneo. 13. No es tan difícil resolver si es la naturaleza ó el arte lo que más contribuye á la elocuencia, pues vemos que la naturaleza siempre puede hacer algo sin el arte, mientras que éste no puede hacer nada sin la naturaleza; "pero si ambas se juntan, aunque en mediano grado, dice Quintilía– no , siempre diré que la naturaleza contribuye más. No obs– tante,· si el orador es consumado, antes lo debe á la ins– trucción y al arte que á la naturaleza ; semejante á la tierra, que, si es estéril, de nada le aprovechará su labor, pero si es fecunda por naturaleza, podemos esperar algún fruto aunque le falte el cultivo; y cuando sobre ser fet:unda se le junta el cultivo, éste servirá de mucho más que su fecun-
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