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182 LECCIÓN XXXI. 421. Por medio de la hipérbole pueden aumentarse las cosas de cuatro modos: 1. 0 Pm· demostración: "Ese orador es un Ciceoon., 2. 0 Por semejanza: "Ese ermitaño vive como un Pa– comio., 3. 0 Por comparación: "Pedro es más listo que una ar– dilla." 4. o 'l'omando el abstrctcto por el concreto: "Antonio es la misma generosidad." 422. Viendo que la naturaleza de la hipérbole tiende á lo extraordinario á fin de ponderar y abultar los objetos, efecto todo esto de pasiones vehementes que nos agitan, el predicador debe ir con mucha prudencia y delicado gusto para saber usarlas bien, pues una imprudencia podría ha– cerle caer en lo extravagante, pe1;judicando su noble minis– terio. Los jóvenes sobre todo, por la fogosidad de sus pasio– nes, deben ir con mucho cuidado en prodigarla, y mucho más en abusar de la hipérbole, pues tales exageraciones incon– sideradas siempre conducirían á rebajar el mérito de la pre– dicación; pues no pocas veces producen la confusión en el ánimo de los oyentes, llegando á oscurecer asuntos tan gran– diosos de nuestra Santa Religión con el velo de una conti– nua ltipérbole. LECCIÓN XXXII. Fígurlló l6gic:11ó 6 de enóeñ11nz11. SIRVEN PARA INSTRUIR. 423. l.• Distribución. Es cuando una propos1c1on se distribuye en todas sus partes para esclarecer el asunto. Ejemplo: El P. Ráulica, en su sermón de la gracia, para probar que ésta transforma totalmente al hombre, emplea

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