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178 LECCIÓN XXXI. éste, aunque significa propiamente matar al padre. Así tlP. cimos: Salen dos plmnas de agua; este libro consta de ci1~11 hojas de papel. · II. TROPOS DE PENSAJI[IENTO. 406. 1. 0 Alegoría. Es una serie continuada de metáfo– ras, en donde las ideas accesorias descubren fácilmente 1•l sentido. uEs un cuadro de doble vista, ha dicho el Sr. Sán– chez Arce; por la representación de objetos conocidos nos conduce agradablemente al conocimiento de otros ocultos bajo emblemas." 407. Lo veremos mejor con ejemplos. Es hermosa esta alegoría que de la fortaleza y prosperidad de la Iglesia bajo la figura de una nave hace el Padre San Agustín: «Después que esta nave ha sido edificada en Jerusalén y echada en medio de este mar tempestuoso, las montañas de entumeci– das olas, y el ímpetu de los vientos enfurecidos, mientras la empujan de uno á otro lado, aportaron al litoral de todas las naciones de la tierra, y de allí condujo ella cuantas ex– trañas y preciosísimas mercancías encontró., Y en seguida el mismo santo Doctor da la explicación de esta bellísima alegoría : Naviculam. Rcclesiam cogitatc; marc, lwc srectt– lum; ventum et .flttctus, Jlersecutiones, etc. (Serm. 14 lk V ero. lJom.). Las alegorías dan una incomparable belleza al discurso usadas con discreción. REGI,AS PARA SU USO. 408. 1." La Alegoría no debe mezclar el lenguaje tró– pico con el natural, sino que desde un principio presenta el sentido literal, hasta que al llegar al fin descubre por me– dio de una semejanza ó comparación lo que quiere expresar. Como en la arriba citada, concluye la suya San Agustín, di– ciendo: "Considerad que la navecilla es la Iglesia." Igual– )llente decimos: «El hombre, después de sus floridos años, llega al invierno de la vitla; ¡ah! los árboles al llegar al in-

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