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176 LECCIÓN X..'CXI. REGLAS PARA SU USO. 398. l.' La metáfora ha de versar sobre objetos cono– cidos, pero que no sea tanta la semejanza que entre sí pue– dan confundirse. 2.• Debe ser digna, de tal manera que jamás se tome de objetos bajos ni indecentes. a.• Que cuando se usan metáforas atrevidas deben tem– plarse, pidiendo gracia por la hipérbole, para que los oyen– tes no sean inducidos al error. 4.' Sólo debe emplearse en obsequio de la verdad, sin permitir que el brillo de esta figura deslumbre de tal manera al auditorio qne llegue á creer lo falso como á verdadero. 399. Hay hermosísimas metáforas en los escritos de los Santos Padres, de las cuales han sabido aprovecharse los oradores cristianos, las cuales saben al más delicado y aca– bado gusto ele fina elocuencia: Masillón, en un sermón sobre la mezcla de los buenos y de los malos, dijo: "El justo pue– de condenar confiadamente en los demás lo que él se prohibe á sí mismo; sus instrucciones no se avergüenzan de su con– ducta." Mas muchos siglos antes, como observa el Sr. Mar– tínez y Sauz, ya Tertuliano había dicho: N e dicta factis rleticientibus m·ubescant. Y San Jerónimo á Nepomuciano: "Von confmulant opera tna se1·monmn. 400. Lo mismo qne Flechier cuando dijo del insigne Macabeo: "Murió sepultado en su propia gloria;, ya siglos antes San Ambrosio, hablando de la muerte de Eleázaro, había dicho: Oujus (clcphanti) 1'1tina inclusus magis quam opprcssus, suo cst scpult1ts triwnplw. Y muchísimas otras metáforas por las cuales Jos oradores modernos de primer orden fneron muy elogiados, mas cuya invención tan ponde– ralla se debe principalmente á los Santos Padres, como se ve en el cotejo con ellos u e muchísimas del célebre Bossuet, que tan bien supo aprovecharse del estudio de las obras de los Padres de la Iglesia, digno por ello de toda alabanza. 401. 2.• Sinécdoque. Resulta esta figura, cuando se aplica el nombre de un objeto á otro, fundando esa trasla-

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