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14 !.l•:t!CIÚN H.- SUS MF.JHOS : sentimiento, la conmoción de que nos hallamos poseídos, que agitan nuestra alma y el fondo de nuestro sér, y en cierto modo nos transforma completamente. 10. Es una desgracia bien grande para un orador, y más para el sagrado, no haber estudiado la retórica, pues fácil– mente pasará por alto bellezas iueomparables, que están en su propio terreno sin cultivo , y que bien explotadas apro– vecharían fácilmente á los demás, y áun serían en prove– cho propio ; pneH privados de este estudio tan necesario al predicador, inrlispensablemente han de cometer muchas fal– tas en la predicación evangélica, atendido que en nuestro carácter natural, por bueno que sea, siempre hay defectos y faltas que corregir, que desfiguran y afean en gran ma– nera la predicación, cuyas faltas sólo se pueden corregir con el diligente estudio de la 1·etórica. Aunque otro prove– cho no hubiese de este estudio sino corregir los defectos que tan frecuentemente suelen cometerse en la predicación, deberíamos estudiar solícitos la retórica. Defectos que si bien proceden de un terreno que naturalmente produce la elocuencia, mas ésta va envuelta en mucha maleza. Estas .espinas, esta broza y tanta maleza hemos de separar y des– truir con el estudio de la retórica. Ved, pues, su necesidad y utilidad. Sus principales re– glas daremos en este Compendio de Elon~encia Sagt·ada. LECCIÓN 11. Suó m~:dicó: art~:, imitación, ~:jercicio. 11. Algunos defin en la retórica: el arte de hablar con propiedad, con elegancia y persuasión. Estas tres cualida– des lo abrazan todo; pues hay propiedad, cuando las pala– bras se adaptan perfectamente á las ideas y pensamientos, sin admitir cualquier expresión vulgar, ó construcción que 110 manifieste perfectamente nuestras ideas, de manera que

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