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172 LECCIÓN XXX. todo esto lo expresamos bajo determinadas formas, y si bit•u es verdad que esta expresión figurada le es muy natural al hombre, pues le permite desahogar los afectos de su cora zón, y todos los sentimientos de su alma con el fuego de ~~~ imaginación, con todo para evitar indiscreciones é imprn· dencias que podrían costar caras, y saber manejar oportu– namente las figuras cuando se presentan expontáneament." en el discurso para darle gracia, calor y energía, pasaremo~ á tratar de los t1·opos y figuras principales. LECCIÓN XXXI. Tropoó de penóctmiento y de dicci6n. 386. Tropo, se traduce del griego 'Cuelta, mudanza ú trasl(tción, porque en realidad volvemos la palabra de su sentido recto natural, á significar otro sentido que no tenía, si bien con alguna semejanza en el significado. Así, bayo– neta, en su sentido propio no significa soldado, pues sólo es parte de su armamento; y no obstante, decimos: Esta nación tiene un millón de bayonetas, por decir un millón de soldados; tomando el todo por la parte, el agente por el instrumento, como otras veces se toma la cansa por el efec– to, y otras por la señal la cosa significada. Los tropos son muy abundantes en los Libros Santos, especialmente en lo~ proféticos del Antiguo Testamento, y esto se comprende al considerar que un lenguaje enérgico los exige de necesidad, pues los tropos hacen que sean más sensibles á los demás lo que nosotros experimentamos. 387. Los t1·opos están destinados á producir cuatro efec– tos principales: l. o Dar hermosura al lenguaje: "El huracán de la revolución hace temblar las testas coronadas." Pu– diendo haber dicho en estilo sencillo: "Los monarcas temen la revolución." Expresión que no es tan bella como la otra, porque carece de aquella 'tmagen que nos representa la cosa como que estuviese á nuestra vista.
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