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170 LECCIÓN XXX. sis; aquí la exclarnacion, más allá el azJóstrofe, y todo extu C•Jmo el diamantista que, formando un rico florón, va to– mando de aquí y de allí las piedras preciosas con que cuenta para colocarlas simétricamente. Lejos de nosotros tal artifi– cio en el uso de las figuras, cuya sola consideración da una pobre idea del que de este modo lo emplease, y su obra re– sultada tan pobre como él. " 379. Expontáneas por consiguiente han de ser las figu– ras, porque no son otra cosa que el efecto del estado de nuestro ánimo en las diversas pasiones que lo agitan. En algunos casos la moción de nuestro ánimo es moderada; otras veces la fuerza de convicción es tan vehemente que no satisface el lenguaje natural, y necesitamos revestir el pensamiento de ciertas formas; otras queremos interesar y ponemos en juego la imaginación; otras veces queremos mover, y nuestro lenguaje es apasionado, efecto de la agita– ciim de nuestro corazón, y todos estos diferentes movimien– tos producen Jo que llamamos figuras gramaticales, de ra– ciocinio, de expresión y de pasión. 380. Ahora bien, cuando los términos se emplean en sentido propio, según la significación con que fueron esta– blecidos, en todas dichas expresiones el lenguaje es fig~wa­ do. Cuando la significación propia de los términos se tras– lada para significar un objeto que no tiene aquella natural significación, el lenguaje es trópico. Vemos cuán fácilmente son usados tropos por toda clase de gentes. Dice uno: «He tenido tal cuidado en domesticar los animales de mi bosque, que dentro de poco habitará el lobo con el cordero; y el leopardo se echará con el cabrito: el becerro y el león y la oveja andarán juntos., Esta locución es natw·al, pero en los labios del profeta Isaías fué una bellísima mctdJ"ora, que profetizaba los tiempos del Redentor, en los cuales los 11ue antes eran feroces y crueles como leones, lobos y ti– gres, depuesta su ferocidad y perversidad de costumbres, se revestirían de humanidad y mansedubre : Habitabit lupus cmn agno: ct panlu:s .cwn luedo accubabit: vit1tlus et leo, et ovis súnulnw1·alnmtur. (Is. XI, 6). Obsérvese que los términos son Jos mismos en ambos casos; mas en este últi– mo , como se aplican á cosas para cuyo significado no fueron instituidos, tenemos el lenguaje t1·ópico.

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