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168 LECCIÓN XXX. y pensamientos que sean á la vez imágenes y afectos, <li ciendo que lo que se ha dado en llamar jigu1·as no son nuí~ que el lenguaje de la imaginación ó de las pasiones, segím era la situación moral del que hablaba ó escribía; que otro~, por el contrario, admitan lasjigu1·as, y hasta las multipli·· quen excesivamente, siempre hay que convenir que el pen– samiento tiene snfm·ma de expresión, á la que comunmen· te se ha llamado figura, fórmula generalmente recibida en todos tiempos. De igual modo hay que convenir que el es– tudio de los tropos y figuras es muy necesario para el ador– no y atavío de la elocuencia , y que sin este estudio nos ve– ríamos privados de tantos tesoros de belleza como contienen las Sagradas Escrituras en su prodigiosa multitud de tropo~ y figuras, sin que pudiéramos comprender su sentido, ni percibir la luz, calor y sentimiento que encierran. Los San– tos Padres 110s dejaron sobre esto notables trabajos. 375. Deben evitarse los extremos, porque siempre son viciosos; y sin dnrla porque ha habido preceptistas que todo han querido amoldarlo al riguroso compás de las figuras, ó multiplicando éstas excesivamente, matando la verdadera elocuencia, sacrificando su belleza y su vigor, ha podido ex– clamar después de esto el distinguido escritor Sr. Rubió y Ors: "y ojalá lo hubiesen reconocido así ó hubiesen tenido valor para confesarlo, si así lo creía11, los preceptistas, ya que de esta suerte se hubieran ahorrado perder el tiempo y hacerlo perder á sus discípulos en divisio11es y subdivisio– nes inútiles, y llenar su memoria de palabras exóticas y de definiciones frías, capaces de matar las imaginaciones más lozanas y de secar los corazones más sensibles., Mas hecho con el debido modo y moderación, y supuesto todo lo dicho, repetimos, que el estudio del lenguaje figurado es muy útil y necesario. 376. 'rres clases de lenguaje distinguimos : el natm·al, el figurado y el t1·ópico. Cuando el ánimo en su natural re~ poso ejerce sin ninguna alteración sus funciones mentales con toda tranquilidad, entonces se expresa sencillamente en su lenguaj e nattwal, y éste es objeto de la gramática, que se ocupa de la expresión lógica y correcta de los fenómenos de nuestro espíritu. Cuando el ánimo está más ó menos con-