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166 LECCIÓN XXX. LECCIÓN XXX. Lenguaje natural, tr6plco y f!igurado. 371. El hombre cuando siente y piensa con alguna pa– sión y energía, esta misma fuerza le hace hablar con más Íl menos animación, haciéndole salir del lenguaje natural, para usar del figurado, con el cual pueda dar forma más gran– diosa á sus conceptos y expresiones, y un más vivo colorido á los sentimientos vehementes que se han apoderado de él. Podríamos figurarnos cual pintor que echa mano de los co– lores más oportunos para iluminar y dar vida á la imagen que tiene entre manos. Este es el lenguaje ji[J1HYtdo. Que éste es un grande auorno de la elocuencia, ni un momento lo pouemos poner en uuda, pues vemos que hasta los hom– bres rústicos lo usan, como una cosa que les viene muy na– tural, cuando están agitados de alguna pasión, y quieren dar todo su propio valor á la expresión: ":\Ji compañero se ba– tió como un león." "¡ Qné mtmdo éste ! el pez grande se co– me el pequeño. , (¿nitad estas figuras ó modo de hablar, y la locución pierde toda su ftlerza, sin que haga comprender la vehemencia uel ánimo uel que la pronuncia, y éste no puede quedar satisfecho t.'tl como lo quería y exigía la ne– cesidad en que se encontraba de manifestar aquel senti– miento !lel modo que en su interior lo sentía. El lenguaje jignratlo es una verdadera necesidad en el hombre. 372. La fantasía y el corazón tienen sus riquezas, de las cuales usa la elocuencia sin hacerse esclava de ellas, pero sin que tampoco pneua uesprenderse de las mismas j porque la inteligencia, el corar.ón y la imáginación engendran la elocuencia, la cual como á veruadero parto suyo expresan las cualidades de su origen, á saber: los pensamientos del en– tendimiento , los afectos del corazón, y las imágenes de la fantasía, cuales tres cosas concurren á formar el pensa-

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