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152 LECCIÓN XXVIII. - -- limpieza al estilo, y hace que los pensamientos se manifie~ ten en su perfecto desarrollo en la expresión de sus oporLu nas palabras. Deben, pues, evitarse palabras que no com– prenda el pueblo: palabras clásicas, técnicas, abstractas; y si rara vez hay necesidad de usar de ellas, debe darse la explicación para que se hagan bien inteligibles á todos. Siu embargo, observaremos aquí con el Sr. Martínez y Sanl\ que "hay muchas voces antiguas que son notables por su dulzura y tierna unción, las cuales, sin embargo, van ca– yendo en desuso por nuestra ignorancia ó culpttble negli– gencia... Oradores sagrados, continúa este notable escritor: vosotros, que debeis leer sin cesar los escritos de aquellos insignes varones, sois ya casi los únicos que podeis conser– var los ricos tesoros de nuestra lengua, con mucho aprove– chamiento de las almas cristianas." 346. 3." Naturalidad. Cualidad que otros llamanjaci– lidad, por cuanto el orador manifiesta sin esfuerzo ni ficción sus pensamientos y sentimientos con toda expontaneidad. ...:\os sentimos arrebatados, asombrados, seducidos, dice Pascal, cuando vemos un estilo natural, y es porque espe– ramos hallar un autor y encontramos un hombre., Si por una parte encanta á nuestro corazón un estilo natural y fa– cilmente lo cautiva, por otra nos causa suma repugnancia, y poco consigue de nosotros un estilo afectado. ~os es muy grato transcribir aquí este atinado párrafo llel Sr. _Sánchez Arce. 347. "La afectación , dice este distinguido escritor, siempre es perjudicial al orador, y lo es mucho más al ora– dor evangélico, que desmerece mucho cuando se le ve más ocupado de sí mismo que del asunto de que trata. Esto pre– cisamente sucede cuando se nota en él un cuidado esmerado en rebuscar una expresión; en presentar una imágen for– zada ; en expresar un sentimiento con exageración, en vez de ocuparse en verter sus ideas con expontaneidad, y sin que aparezca que lo que dice lo debe al estudio y al artifi– cio. ¡Cuántas veces hemos visto conmovido dulcemente al auditorio por un pensamiento que se ha manüestado con fa– cilidad, por una frase que ha brotado del corazón, y que lleva en sí todo el calor del sentimiento! Estas emociones
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