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DICCIÓN ORATORIA. 14!! ele nueva creación : sobre estas últimas ha dicho un escri– t.or que su uso es hoy el vicio más común . Llámanse, pues, puras, exentas de vieio, las que se conforman con el uso de buenos autores, y de las per~onas que connc~en perfectamen– te el idioma; éstas son las palabras que llama.mos msti:11s. Pero como observa Capmany : " ~o hemos de confnnclir la ¡nt1'1':;a ele lenguaje con elJntrismo, afectación miuneiosa r¡ue estrecha y aprisiona el ingenio. Todos los ]JUJ'isl11s son ordinariamente frios, secos y descarnados en sus escritos." Y el Sr. Col! y Vehí en su ComJJendio de Retórica y POI 1- tica., tlice que uel ¡nwismo es un extremo vicioso; el vicio de los que afectan nimiamente la pureza del lenguaje, ener– vando el estilo á fuerza de querer depurar la dicción, y pri– vándole de naturalidad, calor y movimiento." ::\!ieutras procuramos la pureza, del lenguaje, formánclono~ en buenos autores y diccionarios, no extingamos el fuego y anima– ción del lenguaje, por que siempre es preferible faltar algún tanto á la gramática r¡ue á la elocuencia. 341. 2." Propiedad: eonsiste en la eleceión <le palabras que expresan toda y no más la i<lea r¡ne ~e quiere declarar. La palabra puede ser castiza y no propia. Un monarca de España decía <le nn predicador: "Para cada cosa s(>lo tiene un nombre, pero es el propio." 342. 3." Claridad. Qne tollos nos entiendan : evitando la ambigüedad, y hojarasca <le voces huecas, con las cuales algunos se apartan del uso común de hablar, dejándose lle– var de ciertos fantásticos relumbrones ; mientras que otros por la brevedad quitan las palabras necesarias. u¿De qué sirve la pureza del lenguaje, si Jo que hablamos no Jo en– tienden aquellos á quienes hablamos para que nos entien– dan?" se exclama San Agustín. Si las palabras son claras, todo el mundo nos entiende, que este fin ha ele tener el pre– clic:tdor al subir al púlpito; pero si no haydrtrülarl la gente se queda á oscuras, entendiendo poco ó nada llel sermón, sin sacar gran cosa de provecho. Para llenar las propieda<le> de la palabra tenemos nosotros en la hermosa habla caste– llana los elásicos españoles, antm·es notables por hl pureza del idioma, sobre todo en el siglo XVI, llamado con razón la Edad de oro de nuestra literatura. ¿Qué orador sagTado
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