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148 LECCIÓN XXVII. ritu está nutrido de ideas, las palalJras se presentan eo111o expontáneamente, aunque no siempre sean tan perspieun.H como quisiéramos. ¿ Ji'altaron acaso á los Santos Patlro·~ para exponer con claridad profLmdísimos pensamientos u.l ocuparse en la predicación de las más altas verdades tlo•l Cristianismo? Nó por cierto: lejos de ello, enriquecieron o·l lenguaj e. ¿Quién fué más profLmdo y más claro {t la vez, ,·L pesar de la rudeza de su siglo, que el angélico Doctor Sant.o Tomás? Procure ante todas cosas el orador, no nos cue~t.•L repetirlo, metlitar lJien la materia, y entonces no tema 1:11 manera alguna que le falte la expresión." 339. Si bien es vertlatl que en los grandes movimiento¡~ lle nuestra alma, en metlio de una pasión exaltada, en la explosión de un sentimiento que nos domina, las palabra~ expontáneas que se ofrecen y las menos bnscadas y más sen cillas son las que hacen más impresión por su energía y pro piedad, como lo nota l\'Iaury, sin embargo, no siempre so! presentan todas las palabras adecuadas según nuestra~ ideas y sentimientos, por muchísimas rar.ones, y entonces la palabra, quedando endeble y desvirtuada y muy lejos de sn objeto, no llega á cumplir su misión. ..1\'Ie gusta, decía Mon· taigne, que las palalJras vayan así á donde va el pensamien– to." Y esas palabras reunidas y ordenadas forman el dis– cmso oral y el hmguaje escrito. Sus elementos constituti– vos son: la omcio,¿, el pe·riotlo y el (liscurso. Y aquí entm la subdivisión ·de miembros, incisos, oraciones incidenta– les, etc., todo lo cual forma tal harmonía y limpieza de dicción, que hace que el pensamiento se presente en toda su propiedad, elegancia y hermosura, con toda su soltura y energía. El orador sagrado ha de tener un conocimiento ca· bal del idioma en qne ha de hablar, debe mucho procurar que en sus palabras haya la pzwcza, propiedad, cl(widarJ y km·monía, pues sin estas cualidades necesarias jamás po· seería el arte <le bien hablar, ni mucho menos de formar un discurso oratorio. 340. l.• La pureza, consiste en usar palabras verda– deramente castellanas, con exclusión de las de otro idioma: evitando el a¡·caismo, ó uso de palabras anticuadas; elO(W· ·O(u·ismo, el uso ele extranjeras; el ncologismo, el uso de la~

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