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PENSA~HENTOS. 147 de este continuo movimiento, lle este revuelto torbellino de i<leas, de pasiones y de encontraclos sentimientos, la re– fl exión, la calma, que tanto se necesitan para profnJ1(1izar las nmterias, están poco menos que llesterradas <lel mnndo, y .=.no podríamos decir que todo esto es la can~a porque <'ncontramos en los escritos tantos artículos lle fon<lo sin limdo, y en los artículos tantos de ellos sin ]JI?nS(/JJÚt•ntosl 1•:1 ministro de Dios evite, pues, este terrible es<:ollo, y, amante de los estudios serios y de la santa meditación, M~ nervio á sus sagrados discursos con sólidos y vivos pensa– mientos, y entonces la elocucidn tendrá su objeto y apoyo para desplegar su brillante ropaje con que reviste los JJCn– smnientos. LECCIÓN XXVII. Dicci6n oratoria. 337. Desde el momento que un pensamiento ó un senti– miento que nos domina queremos participarlo á otros con ~n fnerza, con todos sus colores y caracteres, preciso es que nos fijemos con cuidado en su medio de expresión, que es la palabra, para elegir aquellas más propias y adecuadas á lo <¡ue queremos manifestar, atendiendo al orden gramatical y pureza del idioma, y esto forma propiamente lo que se lla– ma dicción rwatoria. Pero de tal manera hemos de atender :'1 esa dicción oratoria, que no debemos hacernos esclavos de las palabras, sino que éstas han de estar á nuestro servicio, 1\ice San Agustín; pues lo principal son los pensamientos: Ncc doctor verlJis se1"ciat, sed 1im·ba doctori. 338. "Es frecuente, dice el Sr. 1\'Iartínez Sanz, oirá al– g·unos que entienden las cosas, pero no saben explicarlas, lo cual suele ser una ilusión de sn amor propio: la verdad <'S que muchos no saben explicarse porque nada tienen que ¡•xplicar, como que carecen de pensamiento; cuando el espí-

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