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144 J,ECCIÓN XXVI. ·----·-·-···--·------·---------- nan las nobles aspiraciones del hombre dotado de inteligPll cia, corazón y sentimiento. 330. Dos partes esenciales comprende la elocuciriu : dicción y estilo. La diccidn consiste en la elección de pa labras con relación á la corrección gramatical ; y el estilo en cuanto á la manera de expresar estas palabras ó escl'i·· birlas. Viene á ser, pues, la elocución como un vestido co11 que se presentan nuestras ideas ó pensamientos á los otros, y de aquí es que el predicador á lo que más ha de atender es á los pensamientos, y después á la expresión de éstos de una manera digna y propia de ellos ; pues de lo contra– rio, la elocución careciendo de fondo resultaría una van1t declamación; falso brillo de un maniquí adornado que nn tiene vida. ¿ Qné utilidad puede resultar, exclama San Crisóstomo, de las palabras externas, si el entendimiento está vacío de pensamientos? Qute !)ero exte1'?ÚS ex se?·nw– nwn disciplina 1ttilitas cum mens sensu sit mczta? 331. Se ha dicho por un grande personaje qne hoy mu– cho se habla, y pocos son los hombres de grandes ó nuevos pensamientos, y esto hace que muchos discursos sean sin substancia y sin vigor. Y esto relativamente es verdad. Siendo los pensamientos la imagen de alguna cosa, conviene fij arnos detenidamente en la materia, para hacer bien esta pintura, y todos en ella reconozcan como en un cuadro la idea ó sentimiento que nos domina y que expresamos con la palabra, y de esta consideración resultarán los caracteres que ha de tener el pensamiento, que son : Verdad, que re– presenta la cosa tal cual es. Exactitud, lo justo y exacto, representa la imagen ni más ni menos. Claridad, que se ve sin sombras, separado y distinto de los objetos que le rodean. 332. Los pensamientos toman diferentes nombres, se– gún ciertos caracteres y señales particulares que entre sí los distinguen : l. o Se llama pensamiento sencillo ó natural, cuando se presenta sin ningún estudio ni artificio, de tal manera que su misma naturalidad lo reviste de c.ierta fran– queza razonable. 2. • Finos. No representan sino la mitad del objeto, y dejan que lo demás fácilmente se comprenda; es una fina iro– nía, es una sutileza, es una alusión que sin gran dificultad deja ver á donde llega.

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