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10 J,ECCJÚN J. - - N.ECESIDAD manifestar las profundidades á don<le nos conduce el pensa– miento, expresar las muchas consecuencias que, como por intuición, vemos en un simple principio, quisiéramos ca– balgar en esa como electricidad, que en un momento da la vuelta al mundo y más allá del mundo... pero no es po– sible. Queremos hablar ¡cuán tarda es nuestra lengua! ¡No tenemos palabras para expresar las bellezas que nuestra alma percibe!... Lo percibimos, y no podemos expresarlo debidamente. La torpe lengua no corresponde al vuelo y sublimidad de la intelige~ia; la expresión es lánguida, y no puede corresponder á la delicadeza y suavísima inflexión del sentimiento que hace palpitar el corazón humano. Los más grandes oradores han tropezado con esta inmensa din– cultad; los grandes maestros del lenguaje han reconocido perfectamente la dificultall de una expresión conforme á las ideas que iluminan nuestro espíritu, y á los senti– mientos y emociones que se apoderan de nuestro corazon. Faltan palabras que expresen debidamente nuestros con– ceptos, han dicho los Santos Padres ; y notaron á la vez la debilidad de la razón y del lenguaje comparados á la subli– midad de sus ideas, que versaban sobre objetos tan eleva– dos. Existen ideas superiores á nuestro entendimiento, y éste es superior á la palabra, observó San Basilio; y vemos que durante el transcurso de los siglos se han inventado multitud de formas para expresar más á lo vivo una idea, un sentimiento, como que· no encontramos muchas veces bastante relación de fuerza y energía entre la palabra y la viveza del sentimiento de que nos hallamos embargados; y si esto nos sucede áun con las ideas que nos son bien co– nocidas~ ¿cuánto más con las que superan á la razón? 2. ¡Cuánto siente tal impotencia el hombre de senti– miento, de cultura intelectual y de corazón ardiente y de– licado, y que necesita transmitir sus ideas y sentimientos ít las muchedumbres por razón de su ministerio sagnulo! El Padre San Agustin era un hombre dotado de estas cuali– dades; oídle : ..casi siempre me desagrada mi propio len– gtie~je; pláceme muchas veces el lenguaje interior ele mi alma, y me aflij o cuando no correspondo á él con mi len– gua: Gont¡·isto¡• linguam ·iJleam cordi meo non potnisse

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