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134 LECCIÓN =IV. enmendarse. San Agustín, con ser tan gran Doctor de la Iglesia, confiesa de sí mismo que jamás se había hallado más perplejo que cuando tenía que determinar sobre la gravedad de un pecado. Las mismas precauciones deben guardarse en materias que en el púlpito no admiten clara é individual ex– plicación; v. gr., el sexto Mandamiento, la compensación oculta, y otras delicadísimas materias. :Mucha prudencia. 308. 4." En cuanto al método uo hay necesidad de exordio, ni texto, ni áun preámbulo si se quiere. Según el P. Granada hay que guardar este orden: 1. 0 "Debemos de– mostrar qué cosa sea: Q·zfid, v. gr., la uaturalezade la gra– cia. 2. o Cuál sea: Qttis, esto es, qué propiedades tenga la gracia. 3. 0 Las principales causas y efectos que obra en el alma del varón justo; 4. o y al fin sus partes por medio de la división, v. gr., examinará las partes de la gracia con la división de diversas gracias., 309. 5." El estilo, ó manera de hacer la plática, debe conformarse con el carácter de este género de oración; y por consiguiente, no admite grandes movimientos oratorios, ni elevación de estilo, que es propio del sermón. Y esto debe tenerse presente cuando inmediatamente después de ella si– gue el sermón, como sucede en las Misiones; porque la gente se aburre, reputándolo por dos sermones seguidos aquello que ni en el estilo ni en la entonación se distinguen; y es dificil después de tal plática alcanzar en el sermón sub– siguiente la moción de afectos en medio de tal largura y abu– rrimiento. Basta decir que la plática es una instrucción breve y sencilla, que á veces con un breve preámbulo se en– tra en explicación. 310. 6." Aviso importantísimo. Nunca debe olvidarse al último de la plática de indicar los medios adecuados pam huir del vicio que se ha condenado, ó para practicar la vir– tud de la cual se ha tratado. 'l'éngase presente esto, de lo contrario la plática quedaría manca, 6 casi infructuosa, pues los fieles, después de habérseles intimado y explicado su~ obligaciones y deberes, no sabrían cómo practicarlos. ¡Di– chosos los misioneros que se entregan al ejercicio de predi– car buenas pláticas doctrinales!

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