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130 LECCIÓN XXIII. II. PROFESIÓN RELIGIOSA . 298. Cuanto se ha dicho de la Matm·ia y J1fdorlo de la Misa nueva, otro tanto podemos decir de la Prqfesión 1'1"-– ligio.m: debe dirigirse á la persona que pj·oj(,sa y al aud i torio. El mundo que en aquellos momentos abandona, re -– presentándolo lleno de peligros, trabajos, seducciones peca– minosas, y tantas miserias y calamidades. La Religión qtw. abraza, llena de tantos consuelos, tantos favores divino~, tantas promesas celestiales, tanta esperanza de salvaciún; todo lo cual forma un verdadero contraste con los intereses lnundanales, y suministra abundante mateda para un sólido y bello sermún. 299. Eu cuanto al método, como en la ::Vlisa nueva. Ex– tensión de los votos, sacrificio heroico, total entrega á Dios; exhortando á la Religiosa á ser fiel en cumplirlos por medio de lecturas espirituales, oración, fervorosas Comuniones, de– voción á María Santísima y demás medios que proporciona la Orden que profesa. Puede hacerse k'tmbien esta división: La persona que se consagra á Dios debe considerar: ¿De dóHde viene? Del mundo;" 1.r punto.-- "¿A dónde ha veni– do? A la Religión;" 2.'' punto.-"¿ A dúnde va? A la eter– nidad;" 3." punto. - Un mundo perverso que se deja, una santa Orden que se abraza, y una eternillad de gloria que llSpera, dan materia más que suficiente para desempeñar bien esta clase de discursos. 300. Aquí precisamente entra la refutación contra los que inconsideradamente llaman víctimas del claustro á las personas que se consagran á Dios, sin recordar que el mun– do está lleno de víctim1ts voluntarias entregadas al tormen– to de sus más bajas y viles pasiones. Haciendo aquí resal– tar la verdadera libertad de Jos hijos de Dios, y cuán bien acertado ha sido la libre elección del que se entrega á Dios por medio de .los votos. Santa Magdalena ele Pazzis, hume– decidos sus ojos cantinuamente, abrazaba y besaba las pa– redes del claustro, viendo que la preservaban y la ponían libre de los peligros del mundo.