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ORACI6N FÚNI~TIRE. 127 •¡ne snfren horriblemente ante aqnellas muestras de insen– ~ibilidad en el orador cristiano , qne habían escogido para intérprete de su profnnda dolor y sentimiento en aquella ~olemne circunstancia. 290. 7." E l E sTILO debe corresponder á la gravedacl <le las circunstancias, y á la alt.ura que pide en el onHlor el •lesempeño de esta clase de discursos. El estilo de h oraeión fúnebre debe corresponder á las ceremonias que acornpaitan aquellos religiosos actos; elevación de pensamientos, mag– níficas expresiones, fúnebres imágenes, vivos sentimientos que ocupan el corazón, la inteligencia y la imaginación de los afligidos oyentes, todo esto pide en aquellos solemnes instantes la imagen presente de la muerte y la esperan~a consoladora de la resurrección futura. 291. 8." "Al llegar el I<'INH el predicador debe remon– tarse, dice el Sr. Bravo y 'l'udela ; dar al acento del dolor mayor energía, una tristeza más majestnosa, y descargar sus mayores golpes para !lc·jar en las almas profundas sensa– ciones de gracia y de salvaciím, que deben ~cr el fruto de aquella lúgubre ceremon ia. Cierto llesorclen eloeuente en estos momentos es oportuno, y las eircunstancias fl e una muerte edificante, ó unas pocas palabras del clifunto presen– tadas con rasgos y colores convenientes, podrán ser digno remate del discurso., 292. Para conclusión de todo digamos, que es HA!:TO DIFÍCIL desempeñar bien una oración fúnebre, la cual no tiene semejanza con el sermón moral ni con el panegírico. "En qué consigte esta lliferencia no es muy fácil determi– narlo, dice el Sr. Sánchez Arce ; diremos sol~ mente que los que lo notan, más lo deben á un talento particular, que al trabajo y á las reflexiones." Y la prueba de esto e~, que oraciones fúnebres de grandes oradores modernos, después de colmadas de alabanzas por unos, han sido criticadas y encontrado defectuosas por otros; ó porque no aprovecharon ciertas circunstancias para su cabal ejecución, ó porqnc se excedieron demasiado en algunos rasgos, ó porque fueron deficientes en otros. Los que van á la cabeza de los moder– nos oradores en esta clase de oraciones, los célebres Bos– suet y F lechier, no se libraron de estas censuras . Procuren,
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